Dos Tierras para afrontar la crisis

El planeta Tierra va en camino a una "crisis crediticia" ecológica, según un reporte divulgado por grupos ambientalistas.
El documento alega que la Tierra puede brindar sólo un tercio de nuestras demandas de recursos naturales.

Leer artículo completo:http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_7696000/7696686.stm

Los hikikomoris latinoamericanos



En Japón es un fenómeno conocido y ahora está ocurriendo en América Latina: los hikikomoris, adolescentes que se aíslan del mundo y se encierran en su habitación durante años, donde construyen un universo propio en compañía de playstation, los videojuegos e internet.

Sobre el amor

Psychologies Magazine, octobre 2008, n° 278
Entrevista a Jacques-Alain Miller. Psicoanalista
Por Hanna Waar

"Amamos a aquel que responde a nuestra pregunta: ¿Quién soy yo?"

"Hijo espiritual" de Jacques Lacan, Jacques-Alain Miller explora a su vez la cuestión del amor que el padre del pensamiento psicoanalítico contemporáneo evocaba en 1973, en uno de sus más famosos seminarios "Aún" en El Seminario, vol XX (Seuil, "Essais", 1999). Es igualmente el fundador de la Escuela de la Causa Freudiana. Ultima obra aparecida Le secret des dieux (Navarin editores, 2005)
"Amamos a la persona que protege, o una imagen narcisista de uno mismo".

El amor se dirige a aquel que, pensamos, conoce nuestra verdad y nos ayuda a encontrarla soportable, explica Jacques-Alain Miller. Mirada de un psicoanalista sobre esta cuestión fundamental.

* * *

Psicologías: ¿El psicoanálisis enseña algo sobre el amor?

Jacques-Alain Miller: Mucho, pues es una experiencia cuyo resorte es el amor. Se trata de ese amor automático, y a menudo inconsciente, que el analizante dirige al analista, y que se llama la transferencia. Es un amor artificial, pero de la misma estofa que el amor verdadero. Saca a la luz su mecánica: el amor se dirige a aquel que usted piensa que conoce vuestra verdad verdadera. Pero el amor permite imaginar que esta verdad será amable, agradable, mientras que de hecho es muy difícil de soportar.

P.: ¿Entonces, qué es verdaderamente amar?

J-A Miller: Amar verdaderamente a alguien es creer que amándolo, se accederá a una verdad sobre sí mismo. Amamos a aquel o a aquella que esconde la respuesta, o una respuesta a nuestra pregunta: "¿Quién soy yo?"

P.: ¿Por qué algunos saben amar y otros no?

J-A Miller: Algunos saben provocar el amor en el otro, los serial lovers, si puedo decirlo, hombres y mujeres. Saben qué botones apretar para hacerse amar. Pero ellos no aman necesariamente, juegan más bien al gato y al ratón con sus presas. Para amar, hay que confesar su falta, y reconocer que se necesita al otro, que le falta. Aquellos que creen estar completos solos, o quieren estarlo, no saben amar. Y a veces, lo constatan dolorosamente. Manipulan, tiran de los hilos, pero no conocen del amor ni el riesgo ni las delicias.

P.: "Estar completo solo": solo un hombre puede creer eso…

J-A Miller: ¡Bien dicho! Amar, decía Lacan es dar lo que no se tiene. Lo que quiere decir: amar, es reconocer su falta y darla al otro, ubicarla en el otro. No es dar lo que se posee, bienes, regalos, es dar algo que no se posee, que va más allá de sí mismo. Para eso, hay que asumir su falta, su "castración", como decía Freud. Y esto, es esencialmente femenino. Solo se ama verdaderamente a partir de una posición femenina. Amar feminiza. Por eso el amor es siempre un poco cómico en un hombre. Pero si se deja intimidar por el ridículo, es que en realidad, no está muy seguro de su virilidad.

P.: ¿Sería más difícil amar para los hombres?

J-A Miller: ¡Oh sí! Incluso un hombre enamorado tiene retornos de orgullo, lo asalta la agresividad contra el objeto de su amor, porque este amor lo pone en una posición de incompletad, de dependencia. Por ello puede desear a mujeres que no ama, para reencontrar la posición viril que él pone en suspenso cuando ama. Freud llama a este principio la "degradación de la vida amorosa" en el hombre: la escisión del amor y del deseo.

P.: ¿Y en las mujeres?

J-A Miller: Es menos habitual. En el caso más frecuente, hay desdoblamiento del partenaire masculino. De un lado, está el amante que las hace gozar y que desean, pero está también el hombre del amor, que está feminizado profundamente castrado. Solo que no es la anatomía la que comanda: hay mujeres que adoptan una posición masculina, incluso las hay cada vez más. Un hombre para el amor, en la casa, y hombres para el goce, que se encuentran en Internet, en la calle, o en el tren…

P.: ¿Por qué cada vez más?

J-A Miller: Los estereotipos socioculturales de la feminidad y de la virilidad están en plena mutación. Los hombres son invitados a alojar sus emociones, a amar, a feminizarse; las mujeres conocen por el contrario un cierto "empuje al hombre": en nombre de la igualdad jurídica, se ven conducidas a repetir "yo también". Al mismo tiempo, los homosexuales reivindican los derechos y los símbolos de los héteros, como el matrimonio y la filiación. De allí que hay una gran inestabilidad de los roles, una fluidez generalizada del teatro del amor, que contrasta con la fijeza de antaño. El amor se vuelve "líquido" constata el sociólogo Zygmunt Bauman(1). Cada uno es conducido a inventar su propio "estilo de vida", y a asumir su modo de gozar y de amar. Los escenarios tradicionales caen en lento desuso. La presión social para adecuarse a ello no ha desaparecido, pero es baja.

P.: "El amor siempre es recíproco", decía Lacan. ¿Aún es verdadero en el contexto actual? ¿Qué significa eso?

J-A Miller: Se repite esta frase sin comprenderla, o se la comprende de través. No quiere decir que basta con amar a alguien para que él lo ame. Eso sería absurdo. Quiere decir: "Si yo te amo, es que tú eres amable. Soy yo quien ama, pero tú, tú también estas implicado, puesto que hay en ti algo que hace que te ame. Es recíproco porque hay un ir y venir: el amor que tengo por ti es el efecto de retorno de la causa de amor que tú eres para mí. Por lo tanto, algo tú tienes que ver. Mi amor por ti no es solo asunto mío, sino también tuyo. Mi amor dice algo de ti que quizá tú mismo no conozcas." Esto no asegura en absoluto que al amor de uno responderá el amor del otro: cuando eso se produce siempre es del orden del milagro, no se puede calcular por anticipado.

P.: No se encuentra a su cada uno o cada una por azar. ¿Por qué él? ¿Por qué ella?

J-A Miller: Existe lo que Freud llama Liebsbedingung, la condición de amor, la causa del deseo. Es un rasgo particular – o un conjunto de rasgos- que tiene en cada uno una función determinante en la elección amorosa. Esto escapa totalmente a las neurociencias, porque es propio de cada uno, tiene que ver con la historia singular e íntima. Rasgos a veces ínfimos están en juego. Freud, por ejemplo, había señalado como causa del deseo en uno de sus pacientes ¡un brillo de luz en la nariz de una mujer!

P.: Nos es difícil creer en un amor fundado sobre esas naderías.

J-A Miller: La realidad del inconciente supera a la ficción. Usted no tiene idea de todo lo que se funda, en la vida humana, y especialmente en el amor, en bagatelas, cabezas de alfiler, "divinos detalles". Es verdad que es sobretodo en el macho que encontramos tales causas del deseo, que son como fetiches cuya presencia es indispensable para desencadenar el proceso amoroso. Particularidades nimias, que recuerdan al padre, la madre, el hermano, la hermana, tal personaje de la infancia, juegan también su papel en la elección amorosa de las mujeres. Pero la forma femenina del amor es más erotómana que fetichista: quieren ser amadas, y el interés, el amor que se les manifiesta, o que suponen en el otro, es a menudo una condición sine qua non para desencadenar su amor, o al menos su consentimiento. El fenómeno está en la base de la conquista masculina.

P.: ¿Usted no le adjudica ningún papel a los fantasmas?

J-A Miller: En las mujeres, sean conscientes o inconscientes, son determinantes para la posición de goce más que para la elección amorosa. Y es a la inversa para los hombres. Por ejemplo, ocurre que una mujer no pueda obtener el goce – digamos el orgasmo – sino a condición de imaginarse a sí misma durante el acto, siendo golpeada, violada, o siendo otra mujer, o incluso estando en otra parte, ausente.

P.: ¿Y el fantasma masculino?

J-A Miller: Está muy en evidencia en el enamoramiento. El ejemplo clásico, comentado por Lacan, está en la novela de Goethe (2), la súbita pasión del joven Werther por Charlotte, en el momento en que la ve por primera vez, alimentando a un grupo de niños que la rodea. Aquí es la cualidad maternal de la mujer lo que desencadena el amor. Otro ejemplo, tomado de mi práctica, es este: un jefe en la cincuentena recibe candidatas en un puesto de secretaria; una joven mujer de 20 años se presenta; le desencadena inmediatamente su fuego. Se pregunta lo que le pasó, entra en análisis. Allí descubre el desencadenante: encontró en ella rasgos que le evocaban lo que él mismo era a los 20 años, cuando se presentó a su primera solicitud de trabajo, de algún modo se enamoró de sí mismo.

P.: ¡Se tiene la impresión de que somos marionetas!

J-A Miller: No, entre tal hombre y tal mujer, nada está escrito por anticipado, no hay brújula, no hay relación preestablecida. Su encuentro no está programado como el del espermatozoide y el del óvulo; nada que ver tampoco con los genes. Los hombres y las mujeres hablan, viven en un mundo de discurso, es eso lo que es determinante. Las modalidades del amor son ultrasensibles a la cultura ambiente. Cada civilización se distingue por el modo en que estructura su relación entre los sexos. Ahora, ocurre que en occidente, en nuestras sociedades, a la vez liberales mercantiles y jurídicas, lo "múltiple" está en camino de destronar el "uno". El modelo ideal de "gran amor para toda la vida" cede poco a poco el terreno ante el speed dating, el speed living y toda una profusión de escenarios amorosos alternativos, sucesivos, incluso simultáneos.

P.: ¿Y el amor en su duración?, ¿en la eternidad?

J-A Miller: Balzac decía: "Toda pasión que no se crea eterna es repugnante".(3) ¿Pero el vínculo puede mantenerse toda la vida en el registro de la pasión? Cuanto más un hombre se consagra a una sola mujer, más ella tiende a tomar para él una significación maternal: tanto más sublime e intocable cuanto más amada. Son los homosexuales casados lo que desarrollan mejor este culto de la mujer: Aragon canta su amor por Elsa: cuando muere, ¡buen día a los muchachos! Y cuando una mujer se apega a un solo hombre, lo castra. Por lo tanto, el camino es estrecho. El mejor destino del amor conyugal es la amistad, decía en esencia Aristóteles.

P.: El problema, es que los hombres dicen no comprender lo que quieren las mujeres, y las mujeres, lo que los hombres esperan de ellas…

J-A Miller: Sí. Lo que es una objeción a la solución aristotélica, es que el diálogo de un sexo con el otro es imposible, suspiraba Lacan. Los enamorados están de hecho condenados a aprender indefinidamente la lengua del otro, a tientas, buscando las claves, siempre revocables. El amor, es un laberinto de malentendidos cuya salida no existe.

Entrevista realizada por HW

1) Zigmunt Bauman, El amor líquido, de la fragilidad de los lazos entre los hombres
2) Los sufrimientos del joven Werther de Goethe
3) Honorato de Balzac en La Comedia humana, vol VI "Estudios de las costumbres: escenas de la vida parisina"

Traducción: Silvia Baudini

Logaritmos







Por Adrian Paenza

¿Qué son los logaritmos? ¿Para qué sirven? ¿En qué se aplican?

Lo impensable aconteció

Sobre el plan Bush.

Por Boaventura de Sousa Santos
La palabra no aparece en los medios de comunicación norteamericanos, pero de eso se trata: nacionalización. Ante las cesaciones de pagos ocurridas, anunciadas o inminentes de los principales bancos de inversión, de las dos mayores sociedades hipotecarias del país y la mayor aseguradora del mundo, el gobierno federal de los Estados Unidos decidió asumir el control directo de una parte importante del sistema financiero. La medida no es inédita, pues el gobierno intervino en otros momentos de crisis profunda: en 1792 (bajo el mandato del primer presidente del país), en 1907 (en este caso, el papel central en la resolución de la crisis le cupo al gran banco de entonces, el J. P. Morgan, hoy Morgan Stanley, también en riesgo), en 1929 (la gran depresión que duró hasta la Segunda Guerra Mundial: en 1933, mil norteamericanos por día perdían sus casas en manos de los bancos) y en 1985 (la crisis de las compañías de ahorro)...

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http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-112235-2008-09-26.html

El Dr. Thomas Szasz y el crimen psiquiatrico



THOMAS SZASZ:

"La enfermedad mental, no existe, no es nada. Sólo es cuestión de lenguaje. Lo utilizamos como término para describir las conductas que no nos gustan, las que rechazamos".
"Si usted se dirige a Dios, usted reza. Si Dios se dirige a usted, usted tiene esquizofrenia"

EL FÁRMACO:

La escritura es, tal vez, un 'phármakon', recuerda Platón en un pequeño relato, en uno de sus diálogos. Un 'phármakon' es, al mismo tiempo, un remedio y un veneno, depende de cómo se utilice.

SOBRE LA MEDICALIZACION DEL MALESTAR PSIQUICO:

Psicofármacos y “la ilusión de no ser”
El autor observa cómo “la ansiedad, la tristeza, la imposibilidad de conciliar el sueño, la inquietud de los niños, las dudas que afectan a mujeres y hombres actuales, son tratadas como enfermedades”.

Leer artículo completo:
http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-111353-2008-09-11.html

TEMA POLÉMICO:

El problema del tratamiento de las enfermedades mentales por medio sólo de pastillas es un debate actual. Dependerá de la evaluación del caso por caso, los intereses que se ponen en juego y del uso del mismo. Lo que si es seguro que no sólo somos cuerpo, de todos los seres vivos, somos los únicos que hablamos, somos seres hablantes y el lenguaje (significantes) causa efecto en todo HABLANTE-SER.

School killers


PSICOLOGIA › A PARTIR DE LOS ASESINATOS ESCOLARES EN ESTADOS UNIDOS

Por Alejandra Glaze.

La autora vincula los asesinatos cometidos por escolares con “la civilización que, de la mano de la ciencia, deja al sujeto frente al desamparo capitalista, en la época de la inexistencia del Otro que sumerge al sujeto en el desengaño y la errancia”.

A continuación algunos extractos:

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El caso de asesinatos escolares más paradigmático, y del que más información se puede encontrar, es el de Dylan Klebold y Eric Harris, quienes entraron en la Columbine High School, estado de Colorado, el 20 de abril de 1999 (día del nacimiento de Hitler), abriendo fuego contra el estudiantado, a las 11.10 de la mañana; asesinaron a 12 alumnos y un profesor e hirieron a 24 personas, para finalmente suicidarse en la biblioteca. En enero de 1998 habían sido detenidos, derivados a psiquiatras y remitidos al programa juvenil de “Diversión” (sic) de la oficina del distrito del Condado de Jefferson, por robar material informático y estrellar un auto, motivo por el cual debieron pagar multas y tomar clases para el “control de la ira” (lo que lo llevó a Harris a escribir en su diario: “Amo mi ira”). Salieron del programa en febrero de 1999, y en abril del mismo año llevaron adelante la matanza de Columbine. Tras ser diagnosticado con un desorden obsesivo compulsivo y depresión, Harris fue medicado con Luvox.

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El 16 de abril de 2007, ocurrió la llamada “masacre de Virginia Tech”. Murieron 33 personas y 29 resultaron heridas. Se trataba de Cho Seung-Hui, de 23 años, un estudiante surcoreano de literatura inglesa, que finalmente se suicidó. Durante las dos horas entre un tiroteo y otro, el asesino envió una encomienda postal a NBC Noticias, donde iba un manifiesto, fotos y videos expresando su odio y resentimiento hacia la sociedad en general, y allí decía: “No tenía que hacer esto. Pude haberme ido. Pude haber desaparecido. Pero no, no escaparé más. No es propio de mí. Por mis niños, por mis hermanos y hermanas que ustedes jodieron, lo hice por ellos... Cuando llegó el momento, lo hice. Tuve que hacerlo”. Hablando directamente a la cámara, dice: “Tuvieron 100 billones de oportunidades y formas para evitar (lo de) hoy. Pero decidieron derramar mi sangre”. Este joven también estaba medicado con Prozac desde hacía un tiempo.

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Tanto Harris como Klebold describieron el “no caber dentro”, y “no ser aceptados”, pero esto iba en sincronía con lo que llaman la “timidez” y sus ideas de superioridad. Se armaron contra todas las personas que encontraron ofensivas (los atletas, las muchachas que dijeron no, otros marginados o cualquiera que pensaban que no los aceptaba). En una de las cintas grabadas, se reían acerca de lo fácil que era hacer que la otra gente crea lo que ellos querían. Hablaban de cuán “desarrollados” eran, de cómo se consideraban “sobrehumanos”, sobre la rabia y la cólera que había aumentado por años y que destruiría el mundo. A tono con la política americana, mencionan con indiferencia que algunos de sus amigos podrían morir y que sus familias quedarían devastadas, pero lo justificaban diciendo: “La guerra es la guerra”.

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Leer artículo completo: http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-110487-2008-08-28.html

Miedo a la matemática






Por Adrián Paenza

Miedo. Eso es lo que tiene un alumno cuando empieza una clase de matemática. Tiene miedo porque de antemano la sociedad lo prepara para que no entienda. Le advierte de todas las maneras posibles que es un tema difícil. Peor aún: lo condiciona de tal forma que lo induce a creer que él no será capaz de hacer nada con la matemática, porque no pudieron sus padres, no pudieron sus hermanos, no pudieron sus familiares, no pudieron sus amigos, no pudieron sus abuelos... en definitiva: no pudo nadie.

Dígame si esas condiciones (ciertamente exageradas adrede), no predisponen a una persona a tener miedo... Así, sólo los valientes resistirán.

Pero no sólo le tienen miedo a la matemática los alumnos. También los padres, familiares y amigos. Y por último, también los docentes. Quizá no lo exhiban o puedan encubrirlo, porque en definitiva el docente tiene el control. El docente tiene el poder...

Seguir leyendo: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-109931.html

Sobre el mejor anuncio de Europa






Un comentario sobre comerciales actuales

Psicoanalista: Mónica Pelliza
NEL -Delegación Cochabamba

Últimamente me ha llamado la atención la producción de algunos comerciales que proponen una nueva manera de llegar al consumidor. Antaño se planteaban guiones que giraban en torno al "objeto del deseo", siguiendo muchas veces una lógica histérica. La imagen de una mujer bella o una parte de su cuerpo, asociado al producto en promoción, movía la ilusión de que al adquirir el producto, también se adquiría algo de esa mujer. Para ellos, ella representaba el objeto de su deseo; para ellas, se trataba más bien de interrogar los atributos de la modelo para captar: ¿Qué tiene ella para causar el deseo en ellos? Tanto para el hombre como para la mujer, "esa mujer" representa una respuesta a tantas interrogantes sobre la problemática de lo femenino.

Pareciera que la modalidad de ventas de productos que se impone actualmente, es la de "denuncia" del malestar en la civilización contemporánea. He tenido la oportunidad de ver un comercial en el cual se observa a un padre joven, junto a su hijo de aproximadamente 5 años, haciendo las compras en el supermercado. El padre, un flaco con mirada distraída, empuja el carrito. El niño escoge una bolsa grande con caramelos, mira fijamente al padre y pone los caramelos en el carrito. El padre también lo mira fríamente y saca la bolsa. El niño, quien empieza a lloriquear, pone la bolsa. El padre la vuelve a sacar. Se desencadena una escena insostenible: el niño empieza a gritar desaforadamente y golpea el carrito. La gente en el local se vuelca para mirar la escena. El niño, aun más descontrolado empieza a tirar los comestibles de los estantes, sin dejar de gritar. Finalmente se bota al piso, en un berrinche total, zapatea y sigue gritando. La última imagen es la de la cara del padre, con una mirada de desconcierto. Inmediatamente sale una advertencia: "Use condones Zazoo".

¿Por qué vende este guión? Llama profundamente la atención el silencio que acompaña a las imágenes, se oye la voz en el escándalo y se impone la mirada. Ni una palabra. Pero se escucha: "Si usted no está a la altura de las circunstancias… use Zazoo".

En esta época constatamos la caída de los semblantes del Otro y la "desactivación" del Nombre del Padre en tanto que metáfora. El efecto de este fenómeno es una irrupción de síntomas que no se dirigen al Otro, dejan de funcionar como mensajes, dando lugar a la primacía de lo real y del goce.

Si la metáfora paterna y la identificación al significante amo han representado clásicamente formas de regulación de la pulsión, la caída de este artificio trae consigo nuevos efectos. ¿Cómo plantear la cesión de goce en una época en la cual lo simbólico declina?

En la publicidad descrita, el niño atropella al padre con los berrinches. Es un verdadero desenfreno. El padre lo mira, sin palabras. Sencillamente no encuentra los recursos simbólicos para atenuar la pataleta. ¿Cómo encarará la situación? Podría "sacarlo de los pelos", pero lo más probable es que opte por una posición más permisiva: comprarle el gran paquete de caramelos.

La crudeza del comercial sorprende. El factor inesperado es el que probablemente vende. El carácter de denuncia de la declinación de la función paterna conmueve. Pero lo interesante es que no se presenta un procedimiento por la vía del ideal para contestar a la pregunta: ¿Qué es un padre? Sencillamente el aviso del condón es una exhortación a que cada cual se haga responsable de las vicisitudes de sus acciones.

Guía para reducir las emisiones de CO2

31 de Julio de 2008

HP ha lanzado una guía sobre el potencial de las nuevas tecnologías de la información para la reducción de las emisiones de CO2. El documento, titulado "Low Carbon IT Solutions" ("Tecnologías de la Información con bajas emisiones de carbono"), detalla 10 tecnologías de la información desarrolladas por HP que ya contribuyen a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono.

Nuevos métodos

Entre ellas se encuentran los sistemas inteligentes para la refrigeración de los centros de datos, que permiten reducir el consumo de energía y por tanto de las emisiones de gases de efecto invernadero. También los sistemas de videoconferencia, ya que ahorran viajes internacionales y el impacto medioambiental asociado a los mismos. HP evita un total de 20.000 viajes internacionales y unas 32.000 toneladas de CO2 gracias al uso de dichos sistemas.

Los nuevos ordenadores portátiles, que permiten trabajar desde cualquier punto, también permiten reducir el número de traslados de los trabajadores. Además, los sistemas de impresión que contribuyen a evitar copias innecesarias, es una de las tecnologías detalladas en el documento.

La guía se basa en un informe de Dennis Pamlin, de WWF sobre la contribución de las tecnologías de la información a la reducción de emisiones de CO2.

Durante el pasado año, HP y WWF de Estados Unidos colaboraron en el desarrollo de medidas para luchar contra el cambio climático. El acuerdo de colaboración conllevaba el compromiso de la compañía informática de reducir la huella de carbono de sus productos en todo el mundo, en total 6 millones de toneladas hasta 2010.

Asimismo, HP y WWF cooperan en la investigación para la adaptación de importantes ecosistemas al calentamiento climático, y se proponen colaborar en otros ámbitos, como el desarrollo de bosques sostenibles para la producción de papel y embalajes, y la adopción de medidas para luchar contra el impacto medioambiental en su cadena de suministro.


Fuente: Servimedia

Agotamiento físico y mental mata a 10 mil japoneses al año

La enfermedad del karoshi

TOKIO. El juicio por la muerte de un ingeniero japonés, cuya causa habría sido el exceso de trabajo, volvió a poner sobre el tapete lo que en el Japón se conoce como karoshi, enfermedad que, según fuentes no oficiales, afecta a unos 10.000 nipones al año.
Aunque el nombre del ingeniero, que laboraba para la transnacional Toyota, no fue dado a conocer, Mikio Mizuno, abogado que representa a la viuda ante los tribunales, dijo a la prensa que el hombre tenía 45 años, ninguna enfermedad conocida y trabajaba más de 80 horas extras al mes bajo una gran presión, ya que se encontraba desarrollando una versión híbrida de uno de los modelos de Toyota.
La muerte del ingeniero, que trabajaba todos los días hasta altas horas de la noche, e incluso los feriados y fines de semana, se produjo en enero del 2006.
Este no es el primer caso de muerte por karoshi que se registra en la firma Toyota. En el 2002, un empleado de 30 años se desplomó mientras trabajaba; su viuda, Hiroko Uchino, llevó el caso ante los tribunales y logró obtener una cuantiosa cifra, después de que su pedido fuese rechazado por las autoridades laborales.

SEGUIR LEYENDO: http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2008-07-27/agotamiento-fisico-y-mental-mata-10-mil-japoneses-al-ano.html

Educar desde la ética

El francés Jean Claude Filloux, una de las figuras más significativas y lúcidas del campo de las Ciencias de la Educación, habla en una entrevista, concedida a la Revista Iberoamericana de Educación (RIE), sobre la necesidad de una formación que cree en los jóvenes un “deseo de ética”; que los aparte de la violencia en las aulas y en las calles.

Lee la entrevista completa publicada por RIE


Cyberbullying: la nueva forma de agredir

Chismes, fotos trucadas, intimidades, insultos y mucha crueldad encuentran en las nuevas tecnologías la peor caja de resonancia. Cómo es la nueva forma de agresión entre los adolescentes y qué dicen los especialistas sobre un fenómeno que crece y preocupa.

Nota completa: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1027649

Mercadotécnica adictiva

La persecución social a los “adictos” y el marketing publicitario.

Las prácticas de persecución social a los consumidores de sustancias ilegales pueden –según el autor– ponerse en contraposición con otra práctica social, el marketing que promueve el consumo adictivo de sustancias legales.
Por Daniel Altomare *
Repita conmigo, no es difícil. Parece necesario, una necesidad social, una necesidad de todos. Sepa como reconocer a un adicto. Pero, ¿para qué quiere saber cómo se reconoce un adicto? Sólo así sabrá qué hacer con él. En primer lugar deben procurarse los instrumentos técnicos apropiados. Un conjunto de datos sobre la persona en cuestión, debidamente ordenados, puede figurarle un panorama claro sobre esta empresa social. Si los primeros datos se mostraran confusos, si acaso no entendiera de entrada cómo identificar a un adicto, le sugerimos realizar una minuciosa clasificación. Claro que usted puede no ser un experto. Puede ser un padre, un docente, un desconcertado ciudadano. En tal caso, supongamos que tenga problemas con algún joven atropellado y además tenga la imperiosa necesidad de saber si tal inconducta responde al uso de sustancias prohibidas. Puede consultar a un especialista, cuyo saber será bien recibido por un número importante de curiosos con buenas intenciones profilácticas. Al mismo tiempo tendrá el valor incuestionable de denuncia ante una institución sanitaria. Para alcanzar un efectivo reconocimiento, sólo hay que saber identificar las aristas que componen el perfil del adicto. Un número de elementos y circunstancias recurrentes podrán auxiliarlo en esta función social de reconocimiento. Podemos hacer una larga lista y clasificarla. La clasificación es importante, diría que indispensable, sobre todo cuando algo no se entiende o parece un dato oscuro. Entonces, cuando haya un dato que no entienda, busque clasificarlo. Hay múltiples formas de clasificación. Existe una clasificación social, según la extracción de clase, rango o profesión. También hay una clasificación por grupo etario: niño, adulto, aunque los especialistas señalan que la adolescencia es el principal caldo de cultivo para las adicciones. Pero también hay una clasificación que responde a un estricto rigor científico, la llamada psicopatología. Sin duda la psicopatología es la que produce especialistas en un tema de verdadera resonancia social como lo es la adicción a las drogas ilegales. Sin contar el fabuloso impacto mediático que reviste el tema en cuestión. Está bien, dejemos las ironías a un lado. Vayamos al punto.

Todo esto nos sirve como función de reconocimiento social, pero además propicia un control más estricto sobre prácticas sociales que –según nos dicen– erosionan la base del tejido social. Entonces podemos ahora reinterrogarnos sobre la naturaleza del reconocimiento social de un adicto, así como también podríamos preguntarnos sobre el lugar social que está llamado a ocupar el adicto. El adicto, el enfermo de la psicopatología, el delincuente de la policía, según el discurso por el cual se encuentre atravesado, ocupa el deleznable lugar del desperdicio. En un sistema que, cuando no succiona, expulsa; el desperdicio oficia de lugar, un lugar execrable, pero un lugar al fin. ¿Quién quiere ese lugar? No podríamos responder fácilmente a esta pregunta, pero sí podemos certificar que este lugar es necesario, se impone como tal, sirve a numerosos fines, es funcional.

Pues bien, es cierto que ese lugar no se elige. Sin embargo, hay toda una serie infame de discursos, más o menos represivos, que portan un saber que congela la imagen de quien consume drogas. Acumula un saber abortivo de la subjetividad, sumiéndolo en significaciones más o menos mortificantes. Se trata de un adicto, un adicto se droga, vive de las drogas, mata o muere por ellas, recorre el filo cortante de la ilegalidad; padece los embates del Otro social que lo segrega, lo desprecia y lo condena al repetido lugar del error con sólo nombrarlo: es un adicto, por lo tanto sólo puede drogarse, porque es sabido que “son irrecuperables”. Además tienen un merecido destino que no ofrece demasiadas variantes: o aceptan su enfermedad con el encierro o se los encierran por no reconocer su enfermedad; el hospital o la cárcel.

Reconocer socialmente a un adicto es una práctica que no escapa a las formas macartistas de persecución social. Henos aquí ante una forma de inclusión social alternativa: el encierro. Para ejecutar esta práctica que simula un deporte conocido con el nombre de cruzada moral, alcanza con levantar la polvareda de la sospecha, desnudando obscenamente la más celosa intimidad. Hay un saber condenatorio sobre la práctica social del consumo de drogas. Hay una estrategia discursiva que apunta a satanizar estas prácticas individuales.

Para fortuna del bien común, hay otra cara de la adicción que presta mejores servicios, otro modo de encierro, discursivo también. Como contrapartida de este dispositivo de control social, hay otro dispositivo que toma ventaja del valor compulsivo de las prácticas individuales o sociales vinculadas al abuso de sustancias tóxicas. A continuación podemos juntos descubrir otro lugar social para el adicto o bien un otro lugar encubierto, esta vez vinculado al inefable mercado. Así, una disciplina que lleva como nombre “mercadotecnia” toma como modelo de consumidor ideal al adicto y como valor agregado la compulsión al consumo. Nadie desconoce el impacto mediático de la publicidad. Pero esta vez nos referiremos a otro impacto mediático. Uno que tiene signo positivo y que disfruta de mejor prensa que las drogas.

Para decirlo de otro modo, sigamos esta línea: consume de día, de tarde, de noche. Compra al amanecer, al oscurecer y cuando ya no se ve nada. Comete robos y hurtos para consumir. Estafa, extorsiona y engaña para comprar. Compra siempre, a toda hora. Es fiel a su producto aunque tenga que cambiar de proveedor. Suele no tener medida para consumir. Puede pensar a cada hora en su producto y no descansar ni dormir hasta obtenerlo. Descuida sus obligaciones, llega tarde a su casa y falta a su trabajo por correr a consumir.

¿No son éstas propiedades de un consumidor ideal? A propósito de este perfil, ¿no podríamos acaso imaginarnos a un gerente de producto diseñando el éxito de su próxima campaña? Lo que sigue a continuación ¿es producto de nuestra excesiva imaginación o de nuestra embriaguez ideológica? ¿Estaremos también intoxicados por la ráfaga de imágenes que los medios masivos disparan en nuestro diario vivir? ¿Quién sabe? Permítasenos ensayar una lectura sintomal sobre algunas tramas publicitarias para ver a dónde éstas nos conducen. Permítasenos inventariar una serie.

Hace más de veinte años hacía su entrada en el mercado farmacéutico el Aseptobron. No era Unicap todavía, sólo venía en jarabe. No sabíamos aún que uno de sus componentes era la codeína, un derivado de la morfina, y que podía generar adicción. Menos podíamos imaginar un mercado negro de este producto. Lo llamativo es que, en 1983 el exhibidor de Aseptobron en las farmacias lucía una foto en colores de una banda de rock compuesta por jovencitos que mostraban sus ojos cerrados y sus bocas abiertas envueltos en una nube de no sé qué.

Mucho más acá en el tiempo una publicidad de cerveza rezaba en un epígrafe: “Una Brahma llama a otra Brahma”, aunque no se refería justamente al día del amigo. A un helado de Frigor se lo reconoce con el nombre de “sin parar”, disimulado con un conocido tema del rock nacional. Si el helado no le gusta puede refrescarse con una Gatorade que también le sirve “para no parar”. O para seguir trabajando los fines de semana.

En esta que sigue a continuación los creativos se rompieron el bocho. Se trata de una exquisita golosina de Bonafide que se llama “Vizzio”, para agregarle un “imposible de dejar”.

Una publicidad de Fanta light muestra a una jovencita en mini, con pupo al aire incluido, corriendo para no dejarse atrapar por su chico, con quien no quiere compartir su gaseosa. Para librarse de él corre pasando por lugares cada vez más estrechos, hasta que finalmente su chico queda de un lado y ella del otro con su Fanta light, separados definitivamente por una reja. Una imagen que empuja a un consumo que no sólo no engorda sino que adelgaza. Lo que no queda claro en la publicidad es quién de los dos queda encerrado, pues la última toma también permite ver a la señorita tras las rejas. ¿Ironías del inconsciente? Cuando mi hija me señaló este último punto, apenas tenía nueve años. Lo cual demuestra que la publicidad es para toda la familia.

Pero una publicidad de Coca-Cola supera lo imaginable en recursos marquetineros de este calibre. Un partido de fútbol de potrero, dos chicos se anotan para jugar, uno de ellos lucía un look símil Maradona. En el partido uno de los jugadores le entra fuerte a un compañero y la advertencia de otro no se hace esperar: “Pará loco que no es la final del mundo, jugamos por la Coca”. Uno de los muchachos, aquel pelilargobaja alturasímil Maradona repite en silencio: “Es por la coca”. Primer plano a los ojos y los acordes de una música estridente entran justo en el momento en que este pibe toma la pelota en el medio de la cancha, la pisa, gira sobre sí, deja a uno en el camino, a otro quebrando la cintura, dos más en la carrera hacia el arco, le sale el arquero y se la tira por debajo del cuerpo, cayéndose. ¡Gol! ¡Golazo! El partido finaliza, los jugadores festejan tomando Coca... y el comentario de cierre de quien le cediera la pelota: “Más vale, con el pase que le di”.

Esta sutileza de los campeones de la venta, especialistas en marketing o expertos en publicidad, merece una observación: asimila el consumo de Coca al más memorable gol en la historia de los mundiales de fútbol, convertido por alguien que ha reconocido públicamente su adicción a la coca. Sin duda, una ofensa al mejor fútbol. Y nosotros, no como psicoanalistas, aunque sí con el psicoanálisis, pero especialmente como hinchas, no lo vamos a dejar pasar así nomás. No hay coca, con cola o sin cola, en estado líquido o en polvo, que pueda constituirse como fuente de inspiración de una obra de arte, en un campo de fútbol y en ningún otro campo. La única forma posible que nos permite concebir ese golazo espectacular es pensando que a la altura de los pies Diego tiene manos, finas y delicadas manos. Y la única forma de explicar cómo es posible que una persona tenga manos en los pies es a través de lo que Freud llamó pulsión y de cómo ésta se burla de la anatomía humana.

* Psicoanalista.


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La droga en la cultura de hoy y de ayer

por Fabián Naparstek

Para abordar este tema siempre hace falta construir el panorama general de la época y situar qué lugar se le otorga al uso de los narcóticos.
Un recorrido histórico, acerca de los distintos usos de las drogas en distintos tiempos y culturas nos deja afirmar que la cultura es inseparable respecto de un malestar que le es inherente, no hay cultura sin malestar.Un recorrido histórico, acerca de los distintos usos de las drogas en distintos tiempos y culturas nos deja afirmar que la cultura es inseparable respecto de un malestar que le es inherente, no hay cultura sin malestar. En todo caso, el malestar no es una contingencia de un momento dado o una coyuntura especial, sino que es un dato estructural.

Artículo completo:
http://www.letraurbana.com/ediciones/001/template.asp?articulos/naparstek.html

UN PADRE

Por Ricardo Coler

Un padre que da consejos más que padre es un amigo. Una lástima. Porque amigos hay muchos.
En una época en la que para ser padre no alcanza con ser el padre biológico y en la que el ideal de padre es el padre amable, ¿qué es un padre? El padre es a quien rápidamente se asocia la palabra respeto. A veces demasiado rápido. Hay padres de organizaciones, de partidos, de la ciencia, de las letras y hasta de la patria. Lo llamativo es que todos tuvieron problemas para ser padres de una familia.

El padre es el que empuja para que empecemos pero también es de quien preferimos evitar los empujones. Puede ser el que crea tal atmósfera de terror que, en vez de ser el que cuida, se convierte en alguien de cuidado. Un padre de temer. Un hombre irascible pero que alguna vez puede sorprender rescatando a su hijo.

El padre nos recuerda que la madre también es una mujer que, casualmente, es o ha sido alguna vez la suya. Eso inicia un orden en la familia. Así sea un padre que la ame o uno que nunca haya sido capaz de hacerlo, fue ella quien lo habilitó y lo puso en escena. Algo para recordar cuando la escena cambia.

Un padre puede ser el modelo de quien la hija toma algún rasgo para después poder enamorarse de ese rasgo en otro hombre.

Es a quien un hijo puede recurrir aunque a veces le resulte tan humillante que considera que esa es la última de las opciones.

Un padre, si se excede en ser padre, termina siendo persecutorio y pide desesperadamente que le mientan. También puede ser el gran ausente y así sellar su manera brutal de estar presente.
Hay padres que intentan reivindicarse a través de sus hijos y, como si esto fuera poco, esperan que sus hijos luego los reivindiquen a ellos.

El propio padre es una comparación frecuente cuando nos convertimos en padres. Eso empieza cuando sin darnos cuenta le repetimos a otro la frase que él alguna vez nos dijo.
El padre es un punto de apoyo, el tope que en el momento menos pensado nos ayuda a decir basta. Ser padre es una manera de poner límites, algo que sólo pueden hacer los hombres que los tienen.

A los padres se les puede confeccionar una lista de responsabilidades pero hay que anotarles al menos un derecho, el de ser queridos.

Un padre puede ser muchas cosas diferentes pero, entre nosotros, es una figura capital, para imitar o para cuidarse de imitar. Una referencia.

Es fácil idealizar al padre, también enojarse con él y hasta perdonarlo. Esto último ocurre cuando estamos en condiciones de darnos cuenta de cuánto se parece a un ser humano.

“La mujer de mi vida”
Revista de literatura, arte y psicoanálisis
www.lamujerdemivida.com.ar

LA DOCTRINA DEL SHOCK_EL AUGE DEL CAPITALISMO DEL DESASTRE




El nuevo libro de Naomi Klein.

La canadiense Naomi Klein ha editado su flamante libro, La doctrina del shock (el auge del capitalismo de desastre), que todavía no existe en castellano. The shock doctrine (su título original) surge de la relación entre las políticas de shock neoliberal de las últimas décadas, comparadas con los verdaderos shocks eléctricos aplicados a prisioneros y enfermos como modo de doblegarlos, domesticarlos, e imprimir sobre ellos una nueva personalidad. Con las sociedades está ocurriendo lo mismo, dice Klein, quien sostiene que el principal recurso contra este modo de dominación es la información. Aquí, el impresionante video que acompaña la salida del libro.

“Este libro es un desafío a la afirmación central y más valorada en la historia oficial – que el triunfo del capitalismo desregulado nació de la libertad, y que los mercados libres irrestrictos van mano en mano con la democracia. En su lugar, mostraré que esta forma fundamentalista de capitalismo ha sido consistentemente traída a la vida por las formas más brutales de coerción, infligidas al cuerpo político colectivo así como a innumerables cuerpos individuales.”
Así comienza la canadiense Naomi Klein su nuevo libro, The shock doctrine (La doctrina del shock). Klein es la autora de No logo, Vallas y ventanas (y más recientemente, del prólogo de la edición norteamericana de Sin Patrón, de lavaca).
Esta nueva obra plantea una recorrida por su hipótesis de que las sociedades modernas son sometidas a verdaderos electroshocks (y cabe agregar que el sistema de torturas aplicado en la Argentina por el régimen militar es tal vez la expresión más cabal al respecto) que permiten ablandarlas y someterlas a la aplicación de políticas neoliberales sin anestesia, tal cual lo pregonó el economista Milton Friedman y tal como lo aplicaron desde dictaduras latinoamericanas hasta gobiernos como el de Margaret Thatche en Inglaterra, o los de los Estados Unidos en general. La idea es que una matanza, un desastre natural, o cualquier hecho conmocionante abre paso a la posibilidad que Friedman pone como condición para que se aplique la política del shock a una sociedad domesticada por el miedo o el terror.
Así, pueden formar parte de esta doctrina tanto los golpes de Estado latinoamericanos, como la guerra de Malvinas, la matanza Tiananmen en China, los atentados a las Torres Gemelas o los desastres naturales que cada vez parecen más cotidianos: herramienta de shock para justificar luego políticas económicas de privatización, depredación, concentración de la economía en pocas manos, desempleo, empobrecimiento y hambre a costa del sometimiento de sociedades enteras.
Naomi Klein empieza por investigar los experimentos de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), con la tortura por electroshock como forma de “desesquematización” de los detenidos o internados. Luego comienza la descripción sobre cómo esos tormentos, ese shock eléctrico, es comparable a las políticas de un capitalismo que de otro modo no podría generar la dosis suficiente de atontamiento, miedo y parálisis que le permite doblegar a grandes sectores de las sociedades modernas.

Pero el mensaje del libro, y del documental que presentamos aquí, no queda sólo en la denuncia y la indignación. Naomi plantea que el arma de resistencia frente a este modelo de cosas es la información. Saber lo que ocurre y cómo, para poder generar pensamiento y acción que abran espacio a la vida.
Aquí publicamos además la entrevista que en Democracy Now le hiciera a Naomi Klein la periodista Amy Goodman, un modo de ir adentrándose en el contenido de La doctrina del shock.

Leer entrevista:
http://lavaca.org/seccion/actualidad/1/1619.shtml

¡PARA NO OLVIDAR Y NO VUELVA A SUCEDER!

Mayo del 68 visto con ojos de hoy

ANÁLISIS: LA CUARTA PÁGINA

Lo utópico es pensar que el actual sistema capitalista puede reproducirse de forma indefinida. La catástrofe se avecina. De ahí la actualidad de la consigna de Mayo del 68: "Seamos realistas, pidamos lo imposible".

Uno de los graffiti que aparecieron en los muros de París en Mayo del 68 decía: "¡Las estructuras no andan por la calle!". Pero la respuesta de Jacques Lacan fue que eso era precisamente lo que había ocurrido en 1968: las estructuras salieron a la calle. Los sucesos más visibles y explosivos fueron la consecuencia de un desequilibrio estructural, el paso de una forma de dominación a otra, en términos de Lacan, del discurso del amo al discurso de la universidad.
Existen buenos motivos para mantener una opinión tan escéptica. Como dicen Luc Boltanski y Eve Chiapello en The New Spirit of Capitalism, a partir de 1970 apareció gradualmente una nueva forma de capitalismo, que abandonó la estructura jerárquica del proceso de producción al estilo de Ford y desarrolló una organización en red, basada en la iniciativa de los empleados y la autonomía en el lugar de trabajo. En vez de una cadena de mando centralizada y jerárquica, tenemos redes con una multitud de participantes que organizan el trabajo en equipos o proyectos, buscan la satisfacción del cliente y el bienestar público, se preocupan por la ecología, etcétera. Es decir, el capitalismo usurpó la retórica izquierdista de la autogestión de los trabajadores, hizo que dejara de ser un lema anticapitalista para convertirse en capitalista. El socialismo, empezó a decirse,no valía porque era conservador, jerárquico, administrativo, y la verdadera revolución era la del capitalismo digital.

De la liberación sexual de los sesenta ha sobrevivido el hedonismo tolerante cómodamente incorporado a nuestra ideología hegemónica: hoy, no sólo se permite, sino que se ordena disfrutar del sexo, y las personas que no lo logran se sienten culpables. El impulso de buscar formas radicales de disfrute (mediante experimentos sexuales y drogas u otros métodos para provocar un trance) surgió en un momento político concreto: cuando "el espíritu del 68" estaba agotando su potencial político. En ese momento crítico (a mediados de los setenta), la única opción que quedó fue un empuje directo y brutal hacia lo real, que asumió tres formas fundamentales: la búsqueda de formas extremas de disfrute sexual, el giro hacia la realidad de una experiencia interior (misticismo oriental) y el terrorismo político de izquierdas (Fracción del Ejército Rojo en Alemania, Brigadas Rojas en Italia, etcétera). La apuesta del terrorismo político de izquierdas era que, en una época en la que las masas están inmersas en el sueño ideológico del capitalismo, la crítica normal de la ideología ya no sirve, así que lo único que puede despertarlas es el recurso a la cruda realidad de la violencia directa, l'action directe.

Recordemos el reto de Lacan a los estudiantes que se manifestaban: "Como revolucionarios, sois unos histéricos en busca de un nuevo amo. Y lo tendréis". Y lo tuvimos, disfrazado del amo "permisivo" posmoderno cuyo dominio es aún mayor porque es menos visible. Aunque no hay duda de que esa transición fue acompañada de muchos cambios positivos -baste con mencionar las nuevas libertades y el acceso a puestos de poder para las mujeres-, no hay más remedio que insistir en la pregunta crucial: ¿tal vez fue ese paso de un "espíritu del capitalismo" a otro lo único que realmente sucedió en el 68, y todo el ebrio entusiasmo de la libertad no fue más que un modo de sustituir una forma de dominación por otra?

Muchos elementos indican que las cosas no son tan sencillas. Si observamos nuestra situación desde la perspectiva del 68, debemos recordar su verdadero legado: el 68 fue, en esencia, un rechazo al sistema liberal-capitalista, un no a todo él. Es fácil reírse de la idea del fin de la historia de Fukuyama, pero la mayoría, hoy día, es fukuyamaísta: se acepta que el capitalismo liberal-democrático es la fórmula definitiva para la mejor sociedad posible y que lo único que se puede hacer es lograr que sea más justa y tolerante. La única pregunta que cuenta hoy es: ¿respaldamos esta naturalización del capitalismo, o el capitalismo globalizado actual contiene antagonismos lo suficientemente fuertes como para impedir su reproducción indefinida?
Dichos antagonismos son (por lo menos) cuatro: la amenaza inminente de la catástrofe ecológica; lo inadecuado de la propiedad privada para la llamada "propiedad intelectual"; las implicaciones socio-éticas de los nuevos avances tecnocientíficos (sobre todo en biogenética); y las nuevas formas de apartheid, los nuevos muros y guetos. El 11 de septiembre de 2001, cayeron las Torres Gemelas; 12 años antes, el 9 de noviembre de 1989, cayó el Muro de Berlín. El 9 de noviembre anunció los "felices noventa", el sueño del "fin de la historia" de Fukuyama, la convicción de que la democracia liberal había ganado, de que la búsqueda se había terminado, de que la llegada de una comunidad mundial estaba a la vuelta de la esquina, de que los obstáculos a ese final feliz digno de Hollywood eran meramente empíricos y contingentes (bolsas locales de resistencia cuyos líderes no habían comprendido aún que había pasado su hora). Por el contrario, el 11-S es el gran símbolo del fin de los felices noventa de Clinton, el símbolo de la era que se avecina, en la que aparecen nuevos muros en todas partes, entre Israel y Cisjordania, alrededor de la Unión Europea, en la frontera entre Estados Unidos y México.

Los tres primeros antagonismos antes citados afectan a los elementos que Michael Hardt y Toni Negri denominan "comunes", la sustancia común de nuestro ser social, cuya privatización es un acto violento al que hay que resistirse por todos los medios, incluso violentos, si es necesario. Son los elementos comunes de la naturaleza externa, amenazados por la contaminación y la explotación (el petróleo, los bosques, el hábitat natural); los elementos comunes de la naturaleza interna (la herencia biogenética de la humanidad), y los elementos comunes de la cultura, las formas inmediatamente socializadas de capital "cognitivo", sobre todo el lenguaje, nuestro medio de comunicación y educación, pero también las infraestructuras comunes del transporte público, la electricidad, el correo, etcétera.

Si se hubiera permitido el monopolio a Bill Gates, nos encontraríamos en la absurda situación de que un individuo concreto poseyera literalmente todo el tejido de software de nuestra red esencial de comunicación. Lo que estamos comprendiendo de manera gradual son las posibilidades destructivas, hasta la autoaniquilación de la propia humanidad, que se harán realidad si se da carta blanca a la lógica capitalista de encerrar esos elementos comunes. Nicholas Stern tiene razón al caracterizar la crisis climática como "el mayor fracaso de mercado de la historia humana". ¿Acaso la necesidad de establecer el espacio para una acción política mundial que sea capaz de neutralizar y canalizar los mecanismos de mercado no sustituye a una perspectiva propiamente comunista? Así, la referencia a los "elementos comunes" justifica la resurrección de la idea de comunismo: nos permite ver el "encerramiento" progresivo de esos elementos comunes como proceso de proletarización de quienes, con él, quedan excluidos de su propia sustancia.

Así, en contraste con la imagen clásica de los proletarios que no tienen "nada que perder más que sus cadenas", todos corremos el peligro de perderlo todo; la amenaza es que nos veamos reducidos a vacíos sujetos cartesianos abstractos, carentes de todo contenido sustancial, desposeídos de nuestra sustancia simbólica, con nuestra base genética manipulada, seres que vegetan en un entorno inhabitable. Esta triple amenaza a todo nuestro ser nos vuelve a todos, en cierto sentido, proletarios, y la única forma de no convertirse en ello es actuar de antemano para prevenirlo.

Lo que mejor condensa el auténtico legado del 68 es la fórmula Soyons realistes, demandons l'impossible! ("Seamos realistas, pidamos lo imposible"). La verdadera utopía es la creencia de que el sistema mundial actual puede reproducirse de forma indefinida; la única forma de ser verdaderamente realistas es prever lo que, en las coordenadas de este sistema, no tiene más remedio que parecer imposible.

Slavoj Zizek es filósofo esloveno y autor, entre otros libros, de Irak. La tetera prestada. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Mayo/68/visto/ojos/hoy/elpepuopi/20080501elpepiopi_12/Tes

Monstruos familiares

Por José Ramón Ubieto

El tabú del incesto es el principio regulador de los lazos familiares. Alrededor de esa prohibición se organizan los deseos y los vínculos, lo que está prohibido, pero también lo que resulta permitido para cada uno. Tiene pues una función constituyente y estructurante de la dinámica familiar. Ni siquiera es necesario que la ley recoja esa prohibición para que funcione en la inmensa mayoría de los casos.

A veces no es así y entonces lo familiar deviene siniestro, se revela como algo monstruoso, ajeno por completo al ideal de armonía del núcleo familiar. La clínica nos muestra ejemplos de madres que toman a su hijo como un objeto del cual no pueden desprenderse y lo llevan consigo a todas partes, lecho conyugal incluido. O padres que hacen de sus hijas un objeto para la satisfacción sexual desde edades tempranas. Las causas de estas conductas son variadas y no siempre implican una patología mental grave, de carácter delirante, en el adulto. A veces se trata de sujetos que no están dispuestos a renunciar al objeto prohibido y franquean ese umbral pasando al acto. Se autorizan a ellos mismos a darse esa satisfacción.

El caso de Josef Fritzl nos confronta, de manera más radical que otros, con ese más allá del principio del placer al que se refería Sigmund Freud, ciudadano austriaco también, y cuya obra surge en una Viena cruce de todas las formas posibles de familia.

El horror que produce este caso, por su crudeza y por las consecuencias que deja, se incrementa por la cantidad de interrogantes que suscita y que alcanzan a todos: esposa, hija, familia extensa, vecinos, policía local... ¿Cómo es que nadie supo nada de esa otra escena familiar que habitaba justo debajo de la familia respetable de los Fritzl? Escena, por otra parte, que redoblaba la original, donde vivía la hija-madre también con tres hijos-nietos y un televisor como pantalla central del domus.

Toda familia se organiza en torno a un secreto y cuando se trata del incesto, el drama es que confesarse ese horror arruina por completo toda versión natural e ideal de la familia y revela que lo monstruoso habita el propio interior.

Lo monstruoso es el nombre que damos a un lazo entre dos sujetos en el que uno deviene objeto de la voluntad de satisfacción del otro, sin que el amor o el deseo puedan funcionar como límite a ese real.

Cuando ningún velo puede seguir ocultándolo y eso sale a la luz, cada uno, como ya le ocurrió a Natascha Kampusch, que ya ha ofrecido su ayuda, debe interrogarse acerca de su posición, de lo que hizo y de lo que consintió, a veces mirando para otro lado.

Artículo aparecido en LA VANGUARDIA el jueves 1 de mayo de 2008.

La iniciación sexual

Hable con ellos.
Los pediatras aconsejan un diálogo franco sobre sexualidad con los hijos desde que son pequeños.

"Oh, Dios mío, ni siquiera sabía que fueras sexualmente activa", exclama la madrastra de Juno al saber que está embarazada. La enrollada protagonista del guión recientemente oscarizado lamenta los tecnicismos que usan los adultos al hablarle de sexo. Tiene 16 años pero parece estar de vuelta - "llevo los signos de tu virginidad encima", le dice a su partenaire- y encaja en clave de comedia un embarazo no deseado. Ideologías a parte (Juno es un canto provida cool), la película pone sobre la mesa la incomodidad que suscita en los adultos la sexualidad adolescente.

Ahí los pediatras lo tienen claro: la educación para una sexualidad placentera y sin riesgos empieza no en la pubertad, sino nada más nacer. ¿Su consejo? Deje de sentirse violento e incorpore la sexualidad a los temas que trata. Charle franca y abiertamente con sus hijas e hijos desde que son pequeños, a un nivel, claro está, que puedan entender. Y aproveche las ocasiones: un cuento, un cómic... Sólo frente al televisor habrá cantidad de escenas que le permitan abordar, por ejemplo, el sexo seguro.

Un estudio de diversas universidades norteamericanas publicado por Pedriatics,invalida la clásica fórmula de "hijo, vamos a tener tú y yo una gran charla" y evalúa los beneficios que la repetición tiene para los adolescentes. "Esta comunicación repetida sobre sexo puede proporcionar a los padres la oportunidad de reforzar lo que han enseñado a sus hijos, y a los niños la oportunidad de preguntar y aclarar dudas mientras tratan de poner en práctica las enseñanzas de sus padres", concluye la Academia Americana de Pediatría.

Según Steven Martino, de la Universidad de Pittsburgh, uno de los autores de la investigación realizada con 312 adolescentes de 10 a 15 años, quienes han tenido una comunicación más repetida con sus padres sobre sexo se sienten más cercanos a ellos y más cómodos a la hora de hablarles. "Perciben que sus discusiones sobre sexo discurren con más facilidad y franqueza que los chavales cuya comunicación en este terreno es menos repetida", argumenta a La Vanguardia.

El estudio destaca que los adolescentes con los que los padres se comunican más en esos temas retrasan la edad de inicio de las relaciones y que, en caso de mantenerlas, usan anticonceptivos y tienen menos parejas. Pero, ¿sobre qué hay que hablar? Un abanico de calidad incluiría temas como las consecuencias de embarazos; cómo decir no si alguien quiere mantener relaciones y tú no; cómo funciona el condón para evitar contagios; cómo escoger un método anticonceptivo; qué se siente al tener relaciones...

Parece que el potencial de los progenitores para reducir riesgos y promover un desarrollo saludable de la sexualidad es incalculable, pero pocos se sienten cómodos abordando el tema. Tienden a limitar la conversación a asuntos como los cambios físicos de la pubertad, la reproducción y consecuencias como el sida. Por el contrario, esquivan asuntos más privados como la masturbación, el orgasmo - imagínese a sí mismo explicándoles qué genera las condiciones de su excitación- o, en fin, el cuándo y cómo utilizar el condón. Todo ello con una actitud impersonal.

"Es un tema que les cuesta y están encantados con que un profesional lo haga por ellos: la escuela, el médico, el psicólogo. Una madre vino un día y me dijo: ´Mi hijo de 16 años fuma porros y tiene relaciones sexuales; le tiene que decir que no lo haga´. ´Ah, ¿le digo que el sexo es un rollo´?", explica el pediatra Joan-Carles Surís, director de una unidad de salud de adolescentes en el hospital universitario Vaudois, en Lausana. "Lo que propuse fue una estrategia conjunta. Si no intentamos implicar a la familia, las posibilidades de éxito son bajas".

Surís lamenta que en las charlas de las escuelas para padres sólo acudan los convencidos y que todavía haya quien piense que es mejor no hablarles para no darles ideas. "Nuestros padres tenían muy poca información; nosotros hemos tenido más y los niños hoy la tienen toda, buena o mala, a golpe de clic. Es un cambio importante y lo mínimo que podemos hacer es enseñarles a filtrarla. Y habrá que darles un mensaje verídico y coherente, pues lo pueden comprobar", advierte el pediatra, para quien la asignatura pendiente es la sexualidad psicoafectiva: "Les bombardeamos con la prevención pero hablamos poco de sentimientos", añade.

No obstante, no todos los profesionales de la salud ven una solución en que padres e hijos hablen de sexo sin reparos. Consideran el pudor una muestra de salud, aunque choque con una época exhibicionista, en la que lo obvio es que ese asunto debe ventilarse. Su apuesta radicaría, así, no tanto en informar como en estar a disposición para el diálogo de la iniciación - aunque sea tartamudeando-, y en dar un apoyo preventivo a la experiencia siempre incalculada del sexo.

"La incomodidad de hablar con el hijo tiene que ver con lo incómodo que se siente uno hablando consigo mismo. Los padres deben saber que no tienen que mostrar perfección ni una solución exitosa. Nadie espera que usted lo haya resuelto, no se preocupe, pues, como dijo Lacan, la relación sexual no existe, no hay un manual de uso, ni existe la buena manera, sino soluciones que cada uno construye", dice José Ramón Ubieto, coordinador del proyecto de salud y educación infantil Interxarxes. "Se hizo evidente al caer los tabúes morales y religiosos. Eran un velo que no tapaba nada. Hoy, la principal dificultad está relacionada con la falta de saber, con la dificultad que hay en la transmisión generacional de qué hacer con eso".

Ubieto advierte de que lo último que quieren los hijos es que empieces a hurgar en algo que saca a flote su propia debilidad. "Además sospechan que tú no tienes la solución. Si ellos no hacen la consulta, tomar la iniciativa puede crear más problemas que beneficios. Los padres no pueden ahorrarles ese sentimiento de angustia y soledad. Nadie puede".

Publicado en http://www.lavanguardia.es/

La mujer, los orgasmos y el amor

FEMINIDAD, IDENTIFICACION Y “GOCE EXTASICO”
Cuando una mujer accede al goce propio de la feminidad, éste “la sobrepasa, la aniquila como sujeto”, lo cual “implica un efecto de angustia”: en busca de esa identificación perdida, pide ser amada.

Por ROLANDO KAROTHY *

Desde el punto de vista de la inserción social, las mujeres en general no han tenido un papel relevante, salvo paulatinamente en los últimos tiempos. Sin embargo, sabemos que ellas encontraron una compensación en otro poder, que es el poder familiar, donde funcionaron en el lugar de la madre. Esto puede y podía marchar, siempre y cuando una madre no sea toda para sus hijos y conserve algo de la dimensión femenina en relación con un hombre, para el cual puede existir, entonces, como causa de deseo.

El poder materno no es lo mismo que el poder femenino. En Italia se hizo hace pocos años una estadística en la cual se comprobó que casi el 44 por ciento de los matrimonios viven a menos de un kilómetro de la casa de la madre de uno de los cónyuges, cerca del 12 por ciento viven en la misma casa y el 4 por ciento en la misma habitación. Se constata que, para muchos, aun casados no es fácil separarse de la madre.

Freud percibió este problema. Cuando se le planteaban críticas no sólo desde las analistas mujeres, sino también desde el movimiento feminista, se encontraba con la siguiente cuestión: si la diferencia sexual depende del posicionamiento respecto del complejo de castración, si es relativa a la problemática del falo, entonces la envidia del pene en la niña es el punto de partida de una deducción que permitiría captar qué es la mujer. La niña se define a partir de una privación fálica en relación con el varón. Es así como resulta que Freud concibe a la niña, y a partir de ahí a la mujer, como un varón en menos. Por eso las tres alternativas de la feminidad que plantea en los clásicos trabajos sobre ese tema, lo llevan a plantear que una mujer puede apartarse de la sexualidad, desplegar el llamado complejo de masculinidad o –tercer camino que parece ser el “normal”– la maternidad.

Al seguir la lógica precisa de su discurso, Freud se encontró con un problema que él mismo percibía como una dificultad, pero sin embargo era la conclusión de su razonamiento. Me refiero a la identificación de lo femenino con la maternidad. Pero hay muchas mujeres que no desean tener un hijo y no dejan por eso de ser femeninas, y por otro lado hay muchas mujeres que desean tener un hijo e incluso lo tienen y que, sin embargo, no por eso se ubican del lado de la feminidad. No es posible resolver este callejón sin salida si nos quedamos solamente con la deducción freudiana.

¿Qué sucede si no deducimos a la mujer de la niña, y a la niña de la posición fálica del varón? Se podría definir lo femenino (no decimos ahora “las mujeres”) a partir de algo distinto de la argumentación sostenida por el maestro vienés.

La diferencia entre lo masculino y lo femenino a partir de las características de un goce diferencial permite también introducir una precisión mayor a una captación de Freud, quien decía que las mujeres, más que amar, desean ser amadas. Esta exigencia de las mujeres respecto del amor, esta ligazón al amor de un hombre, no encuentra una explicación muy satisfactoria en la argumentación freudiana.

En la posición femenina hay un goce que, a quien lo padece, lo sobrepasa. Ser sobrepasado por un goce es algo diferente de carecer de pene. Porque carecer de pene es un “menos”; en cambio, ser sobrepasado por un goce es un “más”. De todos modos, la cuestión no es sólo aritmética, cambiar un “menos” por un “más”. Lo principal es que, cuando se analiza la cuestión desde la perspectiva del goce, se advierte que no es posible considerar lo femenino a partir de una carencia, por un déficit respecto de lo masculino, es decir una privación fálica, sino que lo debemos definir por la presencia de un “más”, por un goce que sobrepasa. Todo consiste ahora en definir qué quiere decir este “más”. El “más” de goce, es decir el goce extásico que sobrepasa, implica un “menos” de identidad, un arrasamiento subjetivo.

El goce fálico, en cambio, tiene como modelo un ciclo, es decir, una localización corporal: la erección del pene, el orgasmo y la detumescencia. Pero además tiene otras características: la posibilidad de la medida, del cálculo y de la exhibición. El hecho de ser un ciclo que se localiza, se exhibe, se calcula y se mide y que así pone sobre el tapete todos los juegos de la prestancia fálica, implica que se trata de una dimensión identificante, es decir, de la posibilidad de lograr una identificación masculina a partir de la puesta en juego del goce fálico.

Si los hombres, cuando se reúnen, en general no hablan, como las mujeres, de sus hijos o de sus amores, sino de con cuántas mujeres salen o cuántos orgasmos han tenido o cuántos goles hizo su equipo favorito –lo que es más o menos lo mismo–, esto significa que la puesta en juego del goce fálico funciona en términos de una unidad de medida, de un goce que se puede calcular y mostrar.

El semblante fálico, la apariencia o presentación fálica, encuentra su límite cuando existe la impotencia, y por eso, cuando los hombres la padecen, acusan recibo de esa falla; en cambio, cuando una mujer es afectada por la frigidez, muchas veces no le produce nada muy especial, pues para ella la identificación femenina no se juega a partir de la cantidad de sus orgasmos, de aquello que implica la medida, la contabilización o la exhibición.

El goce fálico funciona como una performance: se lo cuenta, se lo acumula, se lo exhibe, es del orden del tener, lo cual puede otorgar la dimensión del ser que semblantea, que se hace aparente en el falo. Por eso el goce fálico es un goce inherente al narcisismo sexual. Si bien ese goce no es voluntario, porque el pene no se educa por la voluntad, se lo pone en la cuenta del sujeto; quiere decir que es un goce subjetivante, identificante. La posesión de las mujeres, del dinero, de los objetos, entra en la misma serie que otorga, entonces, identificación fálica. Se lo pone en la cuenta del sujeto porque ahí se reconoce, apropiándose de esa dimensión del tener que le permite semblantear el ser, le permite presentarse bajo la apariencia del ser.

En cambio, el goce femenino no se pone en la cuenta del sujeto. El goce estrictamente femenino, que Lacan define como “no-todo fálico”, no queda subsumido en la dimensión fálica, destituye al sujeto, lo sobrepasa, no le permite identificarse, y en este sentido el goce femenino redobla para las mujeres el fading, el desvanecimiento del sujeto respecto del objeto. Si las mujeres soportan mejor la frigidez que los hombres la impotencia, ello indica que no identifican la feminidad a través del número de sus orgasmos. Más aún, cuando una mujer no es frígida, esos orgasmos no impiden que ella dude de ser una verdadera mujer.

Se percibe que la deducción lacaniana es diferente de la deducción freudiana. Y esto nos permite entender un poco más cuál es el lugar del amor en la posición femenina. La exigencia, la demanda que sostienen las interminables quejas femeninas deriva, en parte, de la existencia de este goce: ahí donde el goce femenino no identifica, una mujer se esfuerza por lograr la identificación a través del amor de un hombre.

Dicho de otra manera, como el goce no la identifica sino que la sobrepasa, la aniquila como sujeto, para alguien en posición femenina vale más la idea que está reflejada en el idioma francés cuando define al orgasmo como una petite mort, una pequeña muerte, en el sentido de que para una mujer, si es que efectivamente está puesto en juego, ese goce la sobrepasa. Esto implica inevitablemente un fuerte efecto de angustia, ya que la angustia concierne al peligro de pasar de la posición de sujeto a la de objeto.

Toda mujer que está padeciendo ese goce extásico que la pone fuera de sí, con ese aire de extravío, exige el privilegio de ser amada. Porque el amor, en cambio, identifica. Pero exige el ser amada con una particularidad: ser amada como la única. Es decir: espera que el amor de un hombre le dé valor fálico. El valor fálico es identificante y eso es lo que no logra con el goce que la sobrepasa. Por eso, una mujer va a estar siempre asociada con este factor identificante derivado del “de”: ser “la mujer de”, “la amante de”, “la musa de”...

*Fragmento del prólogo al libro Escritura y psicoanálisis, de María Isabel Pazos de Winograd, que distribuye en estos días Ediciones del Candil.
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ORIGENES DE LA MODA DE LA DELGADEZ










El trajecito que inventó Coco Chanel
Por Elina Matoso *


La extrema delgadez del cuerpo femenino como ideal de belleza y su imposición como patrón de la moda se vincula con un acto creador y visionario de Coco Chanel. A partir de una imagen corporal transformada por el hambre, que evidenciaba los estragos de la Primera Guerra Mundial, potenciados por la Segunda, ella logró imponer esas figuras desnutridas como modelos estéticos.

Vale la pena recordar la historia de esa mujer: víctima de una infancia marcada por el abandono, desnutrida –nació en un hospicio–, llegó de chica a casa de unas tías, que le enseñaron a coser. En 1905, cuando tenía 22 años, decidió convertirse en cantante de cabaret. Los distintos caballeros que la mantenían le decían Coco, mascota. En 1920 abrió en París la casa Chanel. Empezó a codearse con artistas y hombres adinerados, amores pasajeros. A partir de esos comienzos, nacerá el mito Chanel, como aquella mujer que no sólo impone una imagen de cuerpo femenino, sino que aprovecha las circunstancias sociales, las nacientes revindicaciones feministas, y penetra por la rajadura que dejó la guerra; frente a hombres mutilados, heridos y tambaleantes en la construcción de su nueva imagen de poder, construye un nuevo cuerpo femenino, parecido al del hombre y en condiciones de competir con él.

Chanel creó un diseño de ropa que se hizo universal: el trajecito; emblema, máscara femenina de toda reunión política, académica, de negocios; tarjeta de presentación de las mujeres de hoy, pasaporte al mundo laboral. Azafatas, empleadas, bancarias, profesoras, abogadas, escribanas, enfermeras, diputadas, policías, periodistas, presidentas: mujeres y mujeres enmascaradas en trajecitos Coco.

Cuerpo chato; pechos sin marcar; pollera recta sin destacar caderas; cuellos de camisas sobre solapas de saquitos oscuros. Cuerpos asexuados pero con detalles atribuibles a “lo femenino”, un fino collar, una delicada pulsera. La mujer descarta un cuerpo con sus redondeces a cambio de un lugar ejecutivo; compra delgadez –residuo de la escasez y del hambre– a cambio de que se borren los rasgos asociables con roles de segundo orden, los del ama de casa, de la vedette, de la reproductora de crías, en fin, desaliños que desentonarían con el largo de las uñas, el maquillaje a tono con el traje, los zapatos y carteras portafolio.

Las industrias de la ropa, la cosmética y la publicidad dan forma a un cuerpo femenino que, como la mítica tienda del Bon Marché, presenta en sus vidrieras la imagen típica de la mujer de clase media actual.

La moda siempre es de clase social y acceder a ella tiene un precio alto, no sólo económico: psicológico, físico, social. De allí la importancia que adquieren las marcas. Las marcas de los productos de moda son una forma de sellar el cuerpo como se marca el ganado: se pertenece a ese dueño, diseñador, estilista, fabricante; el nombre suele ser la cara visible de las grandes empresas multinacionales.

Así, en la posguerra, el cuerpo local, que era propio de cada comunidad, pasa a ser un cuerpo en acción y se constituye en un modelo de identidad capitalina, cosmopolita y “universal”. Aquellos cuerpos de los campos de concentración, los cuerpos de los sobrevivientes hambrientos, quedan frente a frente con los nuevos cuerpos de la moda, maniquíes vivos y muertos. Es el mismo cuerpo que, víctima de la desnutrición, de las guerras, la violencia y la desocupación, expone y esconde su delgadez de miseria frente al otro que deslumbra y enorgullece en las pasarelas. Máscaras de muerte, espejo de una sociedad que destruye el cuerpo. Se le asigna un valor a la vida: hay cuerpos delgados que no valen nada y hay cuerpos transparentes que se cotizan en millones. Burguesía, delgadez, marca son las monedas con que se comercia la feminidad del siglo.

El trajecito es un símbolo; a partir de allí, siempre sobre el mismo molde, se derivan otros looks, diseños más etéreos, románticos, deportivos, sofisticados o brillosos, pero con el común denominador de una imagen corporal sin formas, que resalta ausencias o esconde presencias.

La imagen corporal es la representación que hace comunicable el cuerpo en cada cultura. Cada sociedad construye un modelo cultural de cuerpo que la refleja. La pregunta es: a partir de los grandes cambios sociales ocurridos en el siglo XX, ¿se puede reconstruir otra imagen que nos represente como cuerpo social o, por el contrario, se han intensificado y siguen siendo válidos los modelos que fueron punto de partida?

Reconstruir otra imagen corporal implicaría definir otros cánones sociales, replantear el lugar del placer, el rendimiento, la discriminación, el sacrificio; construir una corporeidad que cuestione lo que oculta y lo que muestra –el relleno, el inyectarse, el “producirse”, la cirugía–. Incorporar al mercado otros cuerpos, si bien en apariencia podría ser redituable, soltaría amarras a un sujeto muy bien maniatado, que promociona lolas y nalgas pero no libera manos ni pies ni miradas. El cuerpo desatado es peligroso, es “un arma en potencia”, dice Jean-Luc Godard en su película Nuestra música. Esa otra corporeidad no sólo resignificaría estéticas, sino que podría hacer vacilar reglas de juego muy bien construidas por la sociedad en que vivimos.

Las políticas de los Estados consumen cuerpos, pero carecen de él, y desde allí producen saberes, conocimiento; el cuerpo es la leña para mantener encendido el fuego del mercado. Si fuera posible pensar otro mapa anatómico político-social, donde el cuerpo no fuese objeto de devoración sino productor de saberes, el pensamiento podría sostenerse en otra carnalidad. Tal vez así la delgadez extrema dejaría de alimentar modelos pasados de moda para dar lugar a otros cuerpos.

* Profesora titular en la carrera de Artes de la UBA. Directora del Instituto de la Máscara. Extractado del trabajo “Cuando la delgadez es negocio”.


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Antes era "no me come"; ahora, "no me duerme"

Un frecuente motivo de consulta: el sueño del bebe preocupa cada vez más a los padres.

"¡No damos más! Haga algo, por favor..." Esta súplica angustiada, producto del agotamiento y la desesperación, no es inusual en el consultorio de la doctora Marisa Gandsas, pediatra del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. Agobiados por las obligaciones laborales crecientes, la falta de tiempo y las naturales dificultades que entraña la vida familiar, no es raro que la resistencia de muchos padres flaquee cuando hasta sus más inspiradas estrategias fallan a la hora de hacer dormir al bebe.

Y si esta tarea ancestral siempre tuvo sus bemoles, la incorporación de la mujer al mercado del trabajo fuera de la casa parece haber empeorado la situación y multiplicado las noches al pie de la cuna, hasta convertir el sueño infantil en una verdadera pesadilla. "Las quejas de los padres pasaron del «no me come» al «no me duerme» -asegura Gandsas-. Crecieron mucho las consultas de los papás de bebes de entre cero y dos años. Un poco menos, las de los que tienen chiquitos de entre 2 y 5 años. Se enfrentan con que sus chicos se despiertan mucho de noche, con que no los pueden sacar de la cama matrimonial..."

Luciana Carabelli, de 28 años, está cada vez más delgada. Desde que nació su bebe, hace nueve meses, no durmió una noche entera. "Con suerte, se despierta dos veces -afirma-. Hasta que tuvo cinco meses, creíamos que se quedaba con hambre, pero ahora come un montón... No podemos explicarnos qué pasa. Se para en la cuna y llora, y eso que siempre durmió solito. Es más: si lo duermo en mi cama, se despierta igual. Ya ensayamos de todo. Me estoy volviendo loca. ¡Hasta consulté con un psicólogo de niños! También le preguntamos al pediatra, pero le da cero importancia: nos dijo que su hijo no durmió hasta que cumplió los dos años..."

Los pediatras no piensan que haya más trastornos del sueño en los chicos, pero coinciden en que la modernidad no ayuda. El doctor Carlos Fustiñana, jefe de neonatología del Hospital Italiano, opina que existe una mayor queja de parte de los padres. "No existe una epidemia de insomnio [infantil]", dice.

"Un niño termina de formar la estructura del sueño al tercer mes de vida -explica-. Pero como a los 45 días las mamás que trabajan deben retomar sus ocupaciones, me parece que hay una mayor intolerancia a la fisiología normal del sueño del bebe. Eso está relacionado con la profesionalización de la mujer; es decir, que se da más entre las profesionales que entre las mamás que son amas de casa a la antigua."

Una hipótesis que también suscribe la doctora Mirta Averbuch, directora del Centro de Medicina del Sueño Somnos y coautora de Recetas para dormir bien : "Efectivamente -dice-, hay más quejas de los papás, pero no porque los bebes duerman peor, sino por la suma de varios factores: la mayoría de las parejas deciden tener su primer hijo después de los 30 años y tienen menos paciencia; en general, ambos trabajan y tienen su actividad que deben compatibilizar, lo que no es sencillo porque un bebe necesita tiempo para que su sueño madure".

Entre las consultas más frecuentes que recibe el equipo de Averbuch están los despertares nocturnos del bebe. "La pareja está cansada -agrega-. Lo único que desean es dormir de noche. La fórmula cansancio acumulado más molestias puerperales, más llanto del bebe, más atención cada 3 o 4 horas, más la imposibilidad de dormir 7 horas seguidas es igual a somnolencia, irritación y descontrol de la mamá."

Bárbara Tamagnini, de 28 años, tuvo a Facundo hace 29 días y se encontró con que le gusta más dormir de día que de noche. "Apenas «tira» 2 o 3 horitas -se lamenta-; se despierta unas cuatro veces por noche y quiere upa." Aunque el médico le explicó que Facundito tiene que madurar para empezar a "acomodarse" y ella comprende que tendrá que adaptarse a los cambios, se angustia igual: "A veces uno está tan cansado que cree que no va a poder más."

Gandsas sostiene que también ocurre que frecuentemente los padres tienen una idea diferente de lo que es el sueño de un recién nacido y que cuando se enfrentan con la realidad, la cosa cambiaba. En su libro El pícaro sueño , que el próximo miércoles a las 18.30 se presenta en Capítulo Dos, Alto Palermo, la especialista pasa revista a las distintas etapas del desarrollo infantil; recuerda sus dificultades como madre de tres chicos; comenta experiencias de su práctica pediátrica y ofrece consejos para que el agua no llegue al río.

"El dormir de los bebes es diferente del de los adultos -afirma-. Tiene reglas propias que deben tenerse en cuenta. No es un proceso uniforme, sino que va madurando, desde el sueño fetal hasta la primera infancia. La forma en que se adapta al medio que lo rodea, su maduración cerebral y el aprendizaje de rutinas familiares que para el bebe son una novedad influyen en estas etapas. Por otro lado, hay bebes que necesitan dormir menos. Pero también tiene mucho que ver la rutina del día. No es lo mismo el bebe que cena todos los días a la misma hora que el que no tiene horarios para comer, bañarse e irse a la cuna. Hay padres muy acelerados y los chicos imitan la cultura de los papás..."

Fustiñana dice que los que tienen cada vez más problemas de sueño son los padres. Por eso, les recomienda a las mamás que duerman una siesta: "Los chicos necesitan tener contacto vincular con la madre y el padre, y si uno está exhausto, es muy probable que lo sienta como una agresión".

Para la doctora María Elena Mazzola, coordinadora del Laboratorio de Sueño y Vigilia de la sede Escobar de Fleni, lo que más inquieta a los padres es que el bebe llora demasiado, que no se duerme si queda solo o que se despierta varias veces por noche. Entre los errores más comunes están darles la mamadera, el pecho o acunarlos antes de dormir, y llevarlos a la cuna después de pasar varias horas en la cama de los padres.

"Hay que tener en cuenta que todo lo que se haga antes de los 6 meses no tendrá un efecto demasiado dramático en sus patrones de sueño, así que se lo puede malcriar bastante", subraya Mazzola. Y aclara que un chico nacido a término y sano, ya cerca de los 2 meses debería poder dormir sin pausas nocturnas y en una habitación separada. "Lo ideal es que los padres coloquen al bebe somnoliento en la cuna y se retiren de la habitación para que se duerma solo."

A partir de los 8 meses, lo más aconsejable es darle al bebe un peluche, almohada o muñeco que lo acompañe durante todo el día. "De alguna manera, representa la figura materna y le servirá como objeto de transición -explica Mazzola-. Le dará consuelo cuando esté angustiado."
Gandsas aconseja que el bebe pueda dormir durante el día en cualquier parte de la casa. Es el método que adoptó Diego Ithurburu, de 33 años, papá de María Victoria, de 2 años y medio, y Mía Guadalupe, de 6 meses: "Las acostumbramos a dormir en cualquier parte, con ruido y todo -cuenta-. A Vicky, cuando era más chiquita, si se despertaba llorando, la levantábamos un ratito y después la dejábamos. Le gusta dormir en su cama."

Analía Pazos, de 31 años, tiene un bebe de 5 meses. "Duerme toda la noche, gracias a Dios", exclama. Para ella, el éxito depende en un 50% de los padres y en otro 50% del temperamento propio del bebe. "Nosotros tratamos de que lo rodee un ambiente muy tranquilo, y pareciera que él también es así. Lo mejor, a la noche, es bajar los decibeles. Después de comer y del baño, hacerle un masaje o cantarle, y acostarlo medio "borrachito" va a rezongar, pero ahí es donde es el adulto el que toma la posta. Creando hábitos, siendo pacientes y no claudicando ante los primeros intentos, cada familia podrá encontrar la mejor manera de hacer dormir a su hijo."

Por Nora Bär y Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION

Consejos para dormirlo

• Luego de darle de mamar y de unos mimos, acostarlo semidormido, medio "borrachito", y que él solo aprenda a dormirse percibiendo su entorno.

• Si le cuesta quedarse solo, acunar el moisés o darle palmaditas al bebe a un ritmo constante.

• Si el llanto persiste, tomarlo en brazos hasta que se tranquilice y luego volver a ponerlo en su cuna.

• Cuando es más grande, enseñar a relajarse.

• Es efectivo masajearlo con aceite para bebes después del baño caliente.

• Marcar el comienzo de la hora de dormir con una música suave.

• Si todo esto no da resultado, habrá que revisar las actividades diarias de la mamá y el bebe con el pediatra.


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El arte de relacionarse bien con los demás

¿Quién no conoce a alguien que cae bien a todo el mundo y que se muestra siempre tolerante y no hiere a nadie a pesar de que acostumbra decir lo que piensa?. Además, esta persona admirada por casi todos resulta sensata, convincente y persuasiva sin por ello pecar de autoritarismo ni mostrar indiferencia ante las opiniones o emociones de los demás.

Estos superdotados de las relaciones humanas despiertan nuestra envidia y a veces nos gustaría imitarles, pero no sabemos hacerlo: o nos quedamos cortos, y pecamos de blandos, o nos pasamos y resultamos excesivamente duros. Algunos afortunados tienen estas habilidades sociales de forma natural, casi innata, y las aplican cotidianamente sin esfuerzo alguno. Pero ello no nos debe desanimar, porque el más común de los mortales puede también aprender a comunicarse mejor. Una vez más, defendemos aquí que todos podemos cambiar a mejor sin que ello signifique menospreciar nuestra personalidad que, sin duda, se verá nítidamente reflejada en los posibles cambios que introduzcamos en nuestra manera de comportarnos con los demás. Partamos de que nuestra salud mental y equilibrio personal están muy relacionados con la forma en que vivimos las relaciones interpersonales. La convivencia, cómo nos sentimos con los demás, puede resultar reconfortante o convertirse en una pesadilla.

Dependerá mucho de nosotros. Vivir con los demás es un arte que puede aprenderse no sólo para caer bien, sino porque la integración social es un factor clave del bienestar emocional. Las habilidades sociales son una serie de conductas y gestos que expresan sentimientos, actitudes, deseos y derechos del individuo, siempre de una manera adecuada y de modo que resuelven satisfactoriamente los problemas con los demás.

Si cultivamos y dominamos estas habilidades podremos conseguir satisfacciones en el ámbito de la familia, de las amistades y en las relaciones amorosas. E incluso nos ayudarán a la hora de conseguir un empleo, de relacionarnos con nuestros jefes y compañeros de trabajo y de convencer de nuestras posturas o planteamientos. Las habilidades sociales pueden enunciarse y describirse. Veámoslas:

El lenguaje no verbal

Comencemos por la expresión de la cara. El rostro expresa las seis emociones fundamentales: miedo, rabia, desprecio, alegría, tristeza y sorpresa. Y hay tres zonas de la cara que representan estas emociones: la frente con las cejas, los ojos y la zona inferior de la cara.
La mirada. Mirar a los ojos o a la zona superior de la cara ayuda a establecer el contacto y dependiendo de cómo sean esas miradas se expresan las emociones: se considera más cercanas a las personas que miran más a su interlocutor, pero no si es de forma fija y dominante. Y mirar poco puede ser signo de timidez. La mirada acompaña a la conversación: si miramos cuando escuchamos animamos a la otra persona a comunicarse. En cambio, mirar a los ojos cuando hablamos convierte nuestro discurso en más convincente.

La sonrisa casi siempre denota cercanía, suaviza tensiones y facilita la comunicación. Pero si el gesto sonriente expresa ironía o escepticismo puede manifestar rechazo, indiferencia o incredulidad. La postura corporal. Los gestos del cuerpo expresan cómo se siente interiormente la persona según sea su manera de sentarse, de caminar... Se pueden trasmitir escepticismo (encogiéndose de hombros), agresividad (apretando los puños), indiferencia (sentándonos casi tumbados cuando alguien nos habla). La distancia física entre personas que se comunican también indica la proximidad emocional entre esos individuos. Dos cuerpos cercanos expresan proximidad afectiva. Volver la espalda o mirar hacia otro lado es una manifestación de rechazo o desagrado. Un cuerpo contraído expresa decaimiento y falta de confianza en uno mismo; y un cuerpo expandido, todo lo contrario.

La postura corporal. Los gestos del cuerpo expresan cómo se siente interiormente la persona según sea su manera de sentarse, de caminar... Se pueden trasmitir escepticismo (encogiéndose de hombros), agresividad (apretando los puños), indiferencia (sentándonos casi tumbados cuando alguien nos habla). La distancia física entre personas que se comunican también indica la proximidad emocional entre esos individuos. Dos cuerpos cercanos expresan proximidad afectiva. Volver la espalda o mirar hacia otro lado es una manifestación de rechazo o desagrado. Un cuerpo contraído expresa decaimiento y falta de confianza en uno mismo; y un cuerpo expandido, todo lo contrario.
Los gestos. Los que se producen con las manos y la cabeza acompañan y enfatizan lo que se comunica con la palabra o el silencio.

La voz acompaña, y más de lo que pensamos, a la palabra

Las mismas palabras con entonación diferente trasmiten sentimientos tan distintos como ironía, ira, excitación, sorpresa o desinterés. Un tono mortecino es señal de abatimiento o depresión. Una conversación que se mantiene siempre en el mismo tono resulta monótona y aburrida y suscita poco interés. Se hace oir más, comunica mejor, la persona que juega con las modulaciones de voz a lo largo de su charla. El tono, que tan poco cuidamos normalmente, es a veces tan importante como el propio contenido de nuestras palabras.

Un volumen alto de voz expresa seguridad y dominio de la situación, pero cuando se eleva demasiado puede suscitar rechazo y connotar agresividad. El volumen bajo, por su parte, puede sugerir estados de ánimo como debilidad o falta de confianza en uno mismo pero también confidencialidad y cercanía. La fluidez de la palabra y el ritmo. La utilización de repeticiones, muletillas, frases hechas y de relleno y los titubeos producen impresión de inseguridad, monotonía e incluso desconcierto en quien escucha.Todos estos elementos de conducta relacional son herramientas de nuestra forma de estar en sociedad, y, bien articulados, nos ayudan a relacionarnos de forma más eficiente. Las habilidades sociales son conductas aprendidas y, por tanto, podemos mejorarlas. Facilitan la relación con otras personas y nos ayudan a ser más nosotros mismos, reivindicando nuestros derechos y peculiaridades sin negar los derechos de los demás. Lo más positivo es que facilitan la comunicación y la resolución de problemas con otras personas.

El arte de convivir con los demás consiste en no quedarse corto y en no pasarse.

Es un equilibrio entre ambos extremos, lo que se conoce como asertividad: ser nosotros mismos y resultar convincentes sin incomodar a los demás, al menos no más de lo imprescindible. La persona persuasiva, eficaz en su comunicación y que resulta agradable a sus interlocutores puede considerarse asertiva. Veamos lo que entendemos por quedarse corto y por pasarse.

Quedarse corto. Actitudes pasivas. Incapacidad para expresar con libertad lo que se siente, la propia opinión. Pedir disculpas constantemente. Es la falta de respeto hacia las propias necesidades. El individuo pasivo trata de evitar los conflictos, al precio que sea. Quien actúa así no hace comprender sus necesidades y termina sintiéndose marginada y mostrándose irritada por la carga de frustración acumulada. Tampoco para sus interlocutores es fácil la situación de adivinar qué desea el pasivo y termina por considerarlo como una persona molesta.

• Pasarse. Son las conductas agresivas e inadecuadas, avasallar los derechos de los demás por la defensa de los propios. Estas conductas agresivas pueden incluir desconsideraciones hacia el otro, insultos, amenazas y humillaciones e incluso ataques físicos. Tampoco falta la ironía y el sarcasmo despectivo. Se tiende a la dominación, a negar al otro la capacidad de defenderse, de responder equitativamente. Las consecuencias, a largo plazo, siempre son negativas incluso para el agresor que se queda sin amigos por mucho que pueda haber ganado súbditos.
La conducta asertiva es la más hábil socialmente porque supone la expresión abierta de los sentimientos, deseos y derechos pero sin atacar a nadie. Expresa el respeto hacia uno mismo y hacia los demás. Pero aclaremos que ser asertivo no significa la ausencia de conflicto con otras personas, sino el saber gestionar los problemas cuando surgen.

Qué hacer para resultar más asertivos

• Valorarnos suficientemente. Mantener y cultivar un buen concepto de uno mismo, identificando y remarcando nuestros valores y cualidades.

• No enfadarnos gratuitamente o por nimiedades. Enfadados nos encontramos mal emocionalmente y, además, trasmitimos imagen de debilidad. Lo conveniente es recuperar la calma, contextualizar el problema, calmarse y expresar tranquilamente nuestra opinión.

• Evitar las amenazas. Es más eficaz, para que nos tomen en serio y nos valoren, reflexionar sobre los pasos que vamos a dar para defender nuestras opiniones, posturas o derechos y luego enunciar los argumentos con corrección, pero no exenta de firmeza si la situación lo requiere.

• No pidamos disculpas protocolariamente, hagámoslo sólo cuando sea necesario.

• Nunca ignoremos a los demás. Escuchemos mostrando respeto por el otro e interés por lo que dice. No avasallemos, por mucha razón que creamos tener. Y permitamos que el otro tenga siempre una salida digna, no cerremos puertas al diálogo. Seamos, en fin, asertivos. Nadie necesita enemigos y a todos nos viene bien contar con gente que nos aprecie y respete y que se preste, en un momento dado, a defendernos o a colaborar con nosotros.

• Admitamos nuestros errores y equivocaciones. Seremos más estimados y queridos.


Habilidades para conseguir el equilibrio personal

Habilidades elementales:
• Escuchar al otro. Trabajar la capacidad de comprender lo que me están comunicando
• Aprender a iniciar una conversación y a mantenerla
• Aprender a formular preguntas
• Saber dar las gracias
• Presentarse correctamente ataviado
• Saber presentarnos a otros y presentar a los demás
• Saber hacer un cumplido, sin zalamerías y con afecto.

Habilidades avanzadas:
• Aprender a pedir ayuda
• Capacitarnos para dar y seguir instrucciones
• Saber pedir disculpas
• Aprender a convencer a los demás, a ser persuasivo.

Habilidades relacionadas con los sentimientos:
• Conocer nuestros sentimientos y emociones y saber expresarlos
• Comprender, valorar y respetar los sentimientos y emociones de los demás
• Saber reaccionar ante el enfado del interlocutor y gestionar bien la situación
• Resolver las situaciones de miedo.

Habilidades alternativas a la agresividad
• Pedir permiso
• Compartir cosas, sensaciones y sentimientos
• Ayudar a los demás
• Aprender a negociar, a consensuar, a llegar a acuerdos
• Recurrir al autocontrol en las situaciones difíciles
• Defender nuestros derechos cuando los veamos amenazados
• Responder a las bromas cuando proceda
• Rehuir las peleas, dialécticas y de las otras.

Nota.- Si nos es difícil ponerlo en práctica, búsquemos ayuda profesional.