Antes era "no me come"; ahora, "no me duerme"

Un frecuente motivo de consulta: el sueño del bebe preocupa cada vez más a los padres.

"¡No damos más! Haga algo, por favor..." Esta súplica angustiada, producto del agotamiento y la desesperación, no es inusual en el consultorio de la doctora Marisa Gandsas, pediatra del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. Agobiados por las obligaciones laborales crecientes, la falta de tiempo y las naturales dificultades que entraña la vida familiar, no es raro que la resistencia de muchos padres flaquee cuando hasta sus más inspiradas estrategias fallan a la hora de hacer dormir al bebe.

Y si esta tarea ancestral siempre tuvo sus bemoles, la incorporación de la mujer al mercado del trabajo fuera de la casa parece haber empeorado la situación y multiplicado las noches al pie de la cuna, hasta convertir el sueño infantil en una verdadera pesadilla. "Las quejas de los padres pasaron del «no me come» al «no me duerme» -asegura Gandsas-. Crecieron mucho las consultas de los papás de bebes de entre cero y dos años. Un poco menos, las de los que tienen chiquitos de entre 2 y 5 años. Se enfrentan con que sus chicos se despiertan mucho de noche, con que no los pueden sacar de la cama matrimonial..."

Luciana Carabelli, de 28 años, está cada vez más delgada. Desde que nació su bebe, hace nueve meses, no durmió una noche entera. "Con suerte, se despierta dos veces -afirma-. Hasta que tuvo cinco meses, creíamos que se quedaba con hambre, pero ahora come un montón... No podemos explicarnos qué pasa. Se para en la cuna y llora, y eso que siempre durmió solito. Es más: si lo duermo en mi cama, se despierta igual. Ya ensayamos de todo. Me estoy volviendo loca. ¡Hasta consulté con un psicólogo de niños! También le preguntamos al pediatra, pero le da cero importancia: nos dijo que su hijo no durmió hasta que cumplió los dos años..."

Los pediatras no piensan que haya más trastornos del sueño en los chicos, pero coinciden en que la modernidad no ayuda. El doctor Carlos Fustiñana, jefe de neonatología del Hospital Italiano, opina que existe una mayor queja de parte de los padres. "No existe una epidemia de insomnio [infantil]", dice.

"Un niño termina de formar la estructura del sueño al tercer mes de vida -explica-. Pero como a los 45 días las mamás que trabajan deben retomar sus ocupaciones, me parece que hay una mayor intolerancia a la fisiología normal del sueño del bebe. Eso está relacionado con la profesionalización de la mujer; es decir, que se da más entre las profesionales que entre las mamás que son amas de casa a la antigua."

Una hipótesis que también suscribe la doctora Mirta Averbuch, directora del Centro de Medicina del Sueño Somnos y coautora de Recetas para dormir bien : "Efectivamente -dice-, hay más quejas de los papás, pero no porque los bebes duerman peor, sino por la suma de varios factores: la mayoría de las parejas deciden tener su primer hijo después de los 30 años y tienen menos paciencia; en general, ambos trabajan y tienen su actividad que deben compatibilizar, lo que no es sencillo porque un bebe necesita tiempo para que su sueño madure".

Entre las consultas más frecuentes que recibe el equipo de Averbuch están los despertares nocturnos del bebe. "La pareja está cansada -agrega-. Lo único que desean es dormir de noche. La fórmula cansancio acumulado más molestias puerperales, más llanto del bebe, más atención cada 3 o 4 horas, más la imposibilidad de dormir 7 horas seguidas es igual a somnolencia, irritación y descontrol de la mamá."

Bárbara Tamagnini, de 28 años, tuvo a Facundo hace 29 días y se encontró con que le gusta más dormir de día que de noche. "Apenas «tira» 2 o 3 horitas -se lamenta-; se despierta unas cuatro veces por noche y quiere upa." Aunque el médico le explicó que Facundito tiene que madurar para empezar a "acomodarse" y ella comprende que tendrá que adaptarse a los cambios, se angustia igual: "A veces uno está tan cansado que cree que no va a poder más."

Gandsas sostiene que también ocurre que frecuentemente los padres tienen una idea diferente de lo que es el sueño de un recién nacido y que cuando se enfrentan con la realidad, la cosa cambiaba. En su libro El pícaro sueño , que el próximo miércoles a las 18.30 se presenta en Capítulo Dos, Alto Palermo, la especialista pasa revista a las distintas etapas del desarrollo infantil; recuerda sus dificultades como madre de tres chicos; comenta experiencias de su práctica pediátrica y ofrece consejos para que el agua no llegue al río.

"El dormir de los bebes es diferente del de los adultos -afirma-. Tiene reglas propias que deben tenerse en cuenta. No es un proceso uniforme, sino que va madurando, desde el sueño fetal hasta la primera infancia. La forma en que se adapta al medio que lo rodea, su maduración cerebral y el aprendizaje de rutinas familiares que para el bebe son una novedad influyen en estas etapas. Por otro lado, hay bebes que necesitan dormir menos. Pero también tiene mucho que ver la rutina del día. No es lo mismo el bebe que cena todos los días a la misma hora que el que no tiene horarios para comer, bañarse e irse a la cuna. Hay padres muy acelerados y los chicos imitan la cultura de los papás..."

Fustiñana dice que los que tienen cada vez más problemas de sueño son los padres. Por eso, les recomienda a las mamás que duerman una siesta: "Los chicos necesitan tener contacto vincular con la madre y el padre, y si uno está exhausto, es muy probable que lo sienta como una agresión".

Para la doctora María Elena Mazzola, coordinadora del Laboratorio de Sueño y Vigilia de la sede Escobar de Fleni, lo que más inquieta a los padres es que el bebe llora demasiado, que no se duerme si queda solo o que se despierta varias veces por noche. Entre los errores más comunes están darles la mamadera, el pecho o acunarlos antes de dormir, y llevarlos a la cuna después de pasar varias horas en la cama de los padres.

"Hay que tener en cuenta que todo lo que se haga antes de los 6 meses no tendrá un efecto demasiado dramático en sus patrones de sueño, así que se lo puede malcriar bastante", subraya Mazzola. Y aclara que un chico nacido a término y sano, ya cerca de los 2 meses debería poder dormir sin pausas nocturnas y en una habitación separada. "Lo ideal es que los padres coloquen al bebe somnoliento en la cuna y se retiren de la habitación para que se duerma solo."

A partir de los 8 meses, lo más aconsejable es darle al bebe un peluche, almohada o muñeco que lo acompañe durante todo el día. "De alguna manera, representa la figura materna y le servirá como objeto de transición -explica Mazzola-. Le dará consuelo cuando esté angustiado."
Gandsas aconseja que el bebe pueda dormir durante el día en cualquier parte de la casa. Es el método que adoptó Diego Ithurburu, de 33 años, papá de María Victoria, de 2 años y medio, y Mía Guadalupe, de 6 meses: "Las acostumbramos a dormir en cualquier parte, con ruido y todo -cuenta-. A Vicky, cuando era más chiquita, si se despertaba llorando, la levantábamos un ratito y después la dejábamos. Le gusta dormir en su cama."

Analía Pazos, de 31 años, tiene un bebe de 5 meses. "Duerme toda la noche, gracias a Dios", exclama. Para ella, el éxito depende en un 50% de los padres y en otro 50% del temperamento propio del bebe. "Nosotros tratamos de que lo rodee un ambiente muy tranquilo, y pareciera que él también es así. Lo mejor, a la noche, es bajar los decibeles. Después de comer y del baño, hacerle un masaje o cantarle, y acostarlo medio "borrachito" va a rezongar, pero ahí es donde es el adulto el que toma la posta. Creando hábitos, siendo pacientes y no claudicando ante los primeros intentos, cada familia podrá encontrar la mejor manera de hacer dormir a su hijo."

Por Nora Bär y Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION

Consejos para dormirlo

• Luego de darle de mamar y de unos mimos, acostarlo semidormido, medio "borrachito", y que él solo aprenda a dormirse percibiendo su entorno.

• Si le cuesta quedarse solo, acunar el moisés o darle palmaditas al bebe a un ritmo constante.

• Si el llanto persiste, tomarlo en brazos hasta que se tranquilice y luego volver a ponerlo en su cuna.

• Cuando es más grande, enseñar a relajarse.

• Es efectivo masajearlo con aceite para bebes después del baño caliente.

• Marcar el comienzo de la hora de dormir con una música suave.

• Si todo esto no da resultado, habrá que revisar las actividades diarias de la mamá y el bebe con el pediatra.


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