¿Qué es la matemática?

Por Adrián Paenza*
Estas reflexiones fueron inspiradas en un libro de Keith Devlin (¿Qué es la matemática?). Sugiero que lean con la mayor flexibilidad posible. No es patrimonio mío (ni mucho menos). Es un recorrido por una historia que me parece que uno no debería ignorar y, quizá, cuando termine, haya aprendido algo que no sabía.

Si hoy parara a una persona por la calle y le preguntara "¿qué es la matemática?", probablemente contestaría que es el estudio o la ciencia de los números. Lo cierto es que esta definición tenía vigencia hace unos 2500 años. O sea, que la información que tiene el ciudadano común sobre una de las ciencias básicas es equivalente a la de ¡veinticinco siglos atrás! ¿Hay algún otro ejemplo tan patético en la vida cotidiana?

En ese tiempo, la humanidad ha recorrido un camino tan largo y tan rico que creo que podríamos aspirar a tener una respuesta un poco más actual.

Es probable que la mayoría de la gente esté dispuesta a aceptar que la matemática hace aportes valiosos en los diferentes aspectos de la vida diaria, pero no tiene idea de su esencia ni de la investigación que se hace actualmente en matemática, ni hablar de sus progresos y expansión.

Para lograr captar algo de su espíritu, acompáñeme en este viaje que sirve para refrescar –a muy grandes rasgos– los primeros pasos y la evolución de la matemática a través del tiempo. La respuesta a la pregunta –¿qué es la matemática?– ha variado mucho en el transcurso de la historia. Hasta unos 500 años antes de Cristo, aproximadamente, la matemática era –efectivamente– el estudio de los números. Me refiero, por supuesto, al período de los matemáticos egipcios y babilonios, en cuyas civilizaciones la matemática consistía casi absolutamente en aritmética. Se parecía a un recetario de cocina: haga esto y aquello con un número y obtendrá tal respuesta. Era como poner ingredientes en la batidora y hacer un licuado. Los escribas egipcios utilizaban la matemática para la contabilidad, mientras que en Babilonia eran los astrónomos los que la desarrollaban de acuerdo con sus necesidades.

Durante el período que abarcó desde los 500 años antes de Cristo hasta los 300 después de Cristo, aproximadamente 800 años, los matemáticos griegos demostraron preocupación e interés por el estudio de la geometría. Tanto que pensaron a los números en forma geométrica. Para los griegos, los números eran herramientas. Así fue como los números de los babilonios “les quedaron chicos...”, ya no les alcanzaban. Tenían los naturales (1, 2, 3, 4, 5, etc.) y los enteros (que son los naturales más el cero y los números negativos), pero no eran suficientes.

Los babilonios ya tenían también los números racionales, o sea los cocientes entre los enteros (por ejemplo: 1/2, 5/3, -7/8, (-13/15), 7/-19, 0, 12/13, etc.), que proveían el desarrollo decimal (5,67 o 3,8479) y los números periódicos (0,4444... o 0,191919...). Estos les permitían medir, por ejemplo, magnitudes mayores que cinco, pero menores que seis. Pero aún así eran insuficientes.

Algunas escuelas como la de los “pitagóricos” (que se prometían en forma mística no difundir el saber) pretendían que todo fuera mensurable, y por eso casi enloquecieron cuando no podían “medir bien” la hipotenusa de un triángulo rectángulo cuyos catetos midieran uno. O sea, había medidas para las cuales los números de los griegos no se adecuaban o no se correspondían. Es entonces que “descubrieron” los números irracionales... o no les quedó más remedio que admitir su existencia.

El interés de los griegos por los números como herramientas y su énfasis en la geometría elevaron a la matemática al estudio de los números y también de las formas. Allí es donde empieza a aparecer algo más. Comienza la expansión de la matemática que ya no se detendrá. De hecho, fue con los griegos que la matemática se transformó en un área de estudio y dejó de ser una mera colección de técnicas para medir y para contar. La consideraban como un objeto interesante de estudio intelectual que comprendía elementos tanto estéticos como religiosos.

Y fue un griego, Tales de Mileto, el que introdujo la idea de que las afirmaciones que se hacían en matemática podían ser probadas a través de argumentos lógicos y formales. Esta innovación en el pensamiento marcó el origen de los teoremas, pilares de las matemáticas.

Muy sintéticamente podríamos decir que la aproximación novedosa de los griegos a la matemática culmina con la publicación del famoso libro Los elementos, de Euclides, algo así como el texto de mayor circulación en el mundo después de la Biblia. En su época, este libro de matemática fue tan popular como las enseñanzas de Dios. Y como la Biblia no podía explicar al número p, lo “hacía” valer 3.

Siguiendo con esta pintura a trazos muy gruesos de la historia, es curioso que no haya habido demasiados cambios en la evolución de las matemáticas sino hasta mediados del siglo XVII, cuando –simultáneamente en Inglaterra y en Alemania– Newton, por un lado, y Leibniz, por el otro, “inventaron” el cálculo.

El cálculo abrió todo un mundo de nuevas posibilidades porque permitió el estudio del movimiento y del cambio. Hasta ese momento, la matemática era una cosa rígida y estática. Con ellos aparece la noción de “límite”: la idea o el concepto de que uno puede acercarse tanto a algo como quiera, aunque no lo alcance. Así “explotan” el cálculo diferencial, infinitesimal, etcétera. Con el advenimiento del cálculo, la matemática que parecía condenada a contar, a medir, a describir formas, a estudiar objetos estáticos, se libera de sus cadenas y comienza a “moverse”.

Los matemáticos estuvieron en mejores condiciones de estudiar el movimiento de los planetas, la expansión de los gases, el flujo de los líquidos, la caída de los cuerpos, las fuerzas físicas, el magnetismo, la electricidad, el crecimiento de las plantas y los animales, la propagación de las epidemias, etcétera.

Después de Newton y Leibniz, la matemática se convirtió en el estudio de los números, las formas, el movimiento, el cambio y el espacio. La mayor parte del trabajo inicial que involucraba el cálculo se dirigió al estudio de la física. De hecho, muchos de los grandes matemáticos de la época fueron también físicos notables. En aquel momento no había una división tan tajante entre las diferentes disciplinas del saber como la hay en nuestros días. El conocimiento no era tan vasto y una misma persona podía ser artista, matemática, física, y otras cosas más, como lo fueron, entre otros, Leonardo Da Vinci y Miguel Angel.

A partir de la mitad del siglo XVIII nació el interés en la matemática como objeto de estudio. En otras palabras, la gente comenzó a estudiar la matemática ya no sólo por sus posibles aplicaciones, sino por los desafíos que vislumbraba la enorme potencia introducida por el cálculo.

Sobre el final del siglo XIX, la matemática se había convertido en el estudio del número, de la forma, del movimiento, del cambio, del espacio y también de las herramientas matemáticas que se utilizaban para ese estudio.

La explosión de la actividad matemática ocurrida en este siglo fue imponente. Sobre el comienzo del año 1900, el conocimiento matemático de todo el mundo hubiera cabido en una enciclopedia de 80 volúmenes. Si hoy hiciéramos el mismo cálculo, estaríamos hablando de más de 100 mil tomos.

El desarrollo de la matemática incluye numerosas nuevas ramas. En alguna época las ramas eran doce, entre las que se hallaban la aritmética, la geometría, el cálculo, etcétera. Luego de lo que llamamos “explosión” surgieron alrededor de 60 o 70 categorías en las cuales se pueden dividir las diferentes áreas de la matemática. Es más, algunas –como el álgebra y la topología– se han bifurcado en múltiples subramas. Por otro lado, hay objetos totalmente nuevos, de aparición reciente, como la teoría de la complejidad o la teoría de los sistemas dinámicos.

Debido a este crecimiento tremendo de la actividad matemática, uno podría ser tildado de reduccionista si a la pregunta de “¿qué es la matemática?” respondiera: “Es lo que los matemáticos hacen para ganarse la vida”.

Hace tan sólo unos veinte años nació la propuesta de una definición de la matemática que tuvo –y todavía tiene– bastante consenso entre los matemáticos. “La matemática es la ciencia de los patterns” (o de los patrones).

En líneas muy generales, lo que hace un matemático es examinar patterns abstractos. Es decir, buscar peculiaridades, cosas que se repitan, patrones numéricos, de forma, de movimiento, de comportamiento, etcétera. Estos patterns pueden ser tanto reales como imaginarios, visuales o mentales, estáticos o dinámicos, cualitativos o cuantitativos, puramente utilitarios o no. Pueden emerger del mundo que nos rodea, de las profundidades del espacio y del tiempo o de los debates internos de la mente.

Como se ve, contestar la pregunta –¿qué es la matemática?– con un simple “es el estudio de los números”, a esta altura del siglo XXI es cuanto menos un grave problema de información, cuya responsabilidad mayor no pasa por quienes eso piensan sino de los que nos quedamos de este otro lado, disfrutando algo que no sabemos compartir.

*Licenciado y doctor en ciencias matemáticas por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y periodista del diario Página 12.

¿Por qué va uno al psicólogo?

Los síntomas de un malestar que impulsa al cambio
Consultas de diván: ¿por qué van los porteños al psicólogo?
"Por problemas con los chicos, con la pareja, por inseguridad", dicen los especialistas


Dicen que una vez un poeta fue a ver a Freud. Había leído varios de sus escritos y se preguntaba si debía él iniciar un análisis. Freud lo escuchó, le hizo algunas preguntas y le recomendó que siguiera escribiendo: “Si alguien puede disfrutar del trabajo, del sexo y del amor, no es necesario que inicie un tratamiento”.

Generalmente cuando algo que funcionaba en relación con estas áreas deja de hacerlo, la persona se decide a consultar al psicólogo. La dificultad se presenta a través de un síntoma, inhibición o angustia, aunque puede hacerlo de las más diversas formas: crisis de angustia, momentos de pánico, depresiones, impulsiones en el ámbito escolar, familiar y laboral, rupturas del lazo social. En todos los casos, sin embargo, el síntoma conlleva sufrimiento y un empobrecimiento de la vida de la persona. El hecho de no comprender qué está ocurriendo, que equivale a decir: “No sé qué me pasa que no puedo...”, probablemente lleve a consultar a un profesional.

La licenciada María Leonor Solimano, miembro de la secretaría ejecutiva de la red asistencial dependiente de la Escuela de Orientación Lacaniana, señala: “Según las estadísticas recabadas por la Red, el 45% de las consultas recibidas en el último año fueron por problemas de pareja, ya sea para formarla, porque está en crisis o por dificultades en la vida sexual”.

En cuanto a las consultas por niños, el doctor Jorge Blidner, jefe de la Unidad de Salud Mental del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, explicó que son varias las razones que llevan a los padres a consultar: una indicación del pediatra o de la escuela; el deseo de que el hijo esté en sintonía con el modelo social o familiar, o simplemente porque ven que el chico está mal. Destaca que, si bien ésta es la posición más madura, porque revela que se está dispuesto al cambio y a hacer un esfuerzo para lograrlo, también es la más infrecuente. “Llevar a un hijo al especialista es llevar una parte grande de sí mismo”, concluye el especialista.

En relación con las urgencias, el doctor Guillermo Belaga, jefe del Servicio de Salud Mental del Hospital de San Isidro, plantea que ha cambiado el modo de presentación de los casos: “Mientras que hasta hace algunos años las urgencias eran las descriptas por la psiquiatría clásica, hoy en día están íntimamente ligadas al malestar en que vivimos”.

Belaga, autor del libro “La urgencia generalizada” (Grama Ediciones), considera que la ausencia de seguridad –el no poder contar con un entramado social que proteja al sujeto de su precariedad– ha sido elevada al plano de la clínica. Desde acontecimientos que llegan a la primera plana de los diarios hasta la pequeña tragedia individual, algo se ha roto en la normalidad de la vida del que consulta. “Desarmado el imaginario que lo sostenía –agrega el psicoanalista–, el sujeto se presenta expuesto en su singularidad, presa de una angustia que no logra inscribir en ningún lado. La urgencia aparece entonces como una nueva forma clínica, como un nuevo síntoma.”

Otro modo de hacer
En tiempos en que el Estado ha dejado de ser de bienestar, el lazo que se produce en la ciudad fácilmente puede romperse. Las escenas pueden ser de lo más variadas: alguien que aparece en el servicio de guardia porque el corazón le late tan fuerte y se siente tan mal que tiene un súbito miedo a morir. El electrocardiograma, normal; presión, normal; todos los indicadores clínicos hablan de una normalidad física. Es entonces el médico el que recomienda: “¿Por qué no va a ver a un psicólogo?”.

Las pérdidas, ya sea del empleo, la seguridad económica, un ser querido, o también un “no sé qué me pasa; está todo bien, pero no disfruto”, son otras de las razones para efectuar una consulta. Ante la intuición de que no es de afuera el problema, algunos insisten en la pregunta, y los más afortunados no obtienen una respuesta inmediata.

La invitación, entonces, es a comenzar a hablar; el que habla, añora un equilibrio que antes conoció y que se ha perdido. Dice Belaga: “Es en este proceso, al poco tiempo de iniciada incluso la primera entrevista, que adviene cierta calma. Poder hablar a partir de los síntomas, a partir de eso que se presenta como fuera de lo normal, permite reintegrar al sujeto a sus lazos grupales, a esos lazos de los que ha sido apartado”.

Destaca además: “Es importante ayudar a que el sujeto conciba otra narrativa. Es a través de la invención y la apuesta por el rasgo particular como cada uno llegará a una solución, a un nuevo saber hacer con eso que le ocurre”.

Ya sea según las coordenadas de la urgencia o frente a un proceso que la persona siente que no sabe cómo manejar, para hablar a partir de los síntomas, que es lo que diferencia la consulta de cualquier otro tipo de charla, lo mínimo indispensable es que alguien que sufre quiera saber algo sobre lo que le ocurre y que la consulta supone un saber a descubrir, según dice la doctora Diana Campolongo, coordinadora de Docencia e Investigación en Psicopatología del hospital Piñero. “La sorpresa es encontrar una nueva manera de arreglárselas; es inventar otro modo de hacer que alivie el sufrimiento”, concluye.

Por Verónica Rubens Para LA NACION
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/815340

MI MAMA DESEA EL CUERPO DE UN HOMBRE

Un particular requisito de la función materna

Por Jacques-Alain Miller *
Algo permanece ignorado cuando uno se hipnotiza con la relación madre-hijo concebida bajo una modalidad dual, recíproca, como si madre e hijo estuvieran encerrados en una esfera: y lo que permanece ignorado no es sólo la función del padre.

Sin duda, la incidencia de la función del padre sobre el deseo de la madre es necesaria para permitirle al sujeto un acceso normalizado a su posición sexuada. Pero, también, la madre no es “suficientemente buena” –para retomar la expresión de Donald Winnicott– si sólo es un vehículo de la autoridad del Nombre del Padre.

Es preciso, además, que para ella y en términos de Lacan, “el niño no sature la falta en que se sostiene su deseo”. Esto quiere decir que la madre sólo es suficientemente buena si no lo es demasiado, sólo lo es a condición de que los cuidados que prodiga al niño no la disuadan de desear como mujer.

Retomando los términos de Lacan en “La significación del falo”: no basta con la función del padre; todavía es preciso que la madre no se vea disuadida de encontrar el significante de su deseo en el cuerpo de un hombre. La metáfora paterna, con la que Lacan transcribió el Edipo freudiano, no significa sólo que el Nombre del Padre deba poner bridas al deseo de la Madre a través del yugo de la Ley.

La metáfora paterna remite, en mi opinión, a una división del deseo que impone que el objeto niño no lo sea todo para el sujeto materno. Hay una condición de no-todo: que el deseo de la madre diverja y sea llamado por un hombre. Así, no dudaré en parodiar aquí la réplica inmortal del Tartufo de Molière: “No por ser madre soy menos mujer”.

Es una división del deseo la que, llevada al extremo, conduce al acto de Medea –el asesinato de sus hijos como venganza al ser abandonada por Jasón–, donde se ilustra perfectamente, aunque de una forma que causa horror, que el amor materno no se basa sólo en la pura reverencia a la ley del deseo; o que se sostiene en ella únicamente a condición de que en la madre haya una mujer que siga siendo para un hombre la causa de su deseo –quizá, cuando Jasón se va, Medea deja de estar en esa posición–.

Destacar el valor del niño como sustituto fálico, su valor de ersatz (“sustituto, compensación”), en términos de Freud, puede extraviarnos si conduce a promover en forma unilateral la función colmadora del hijo, pues nos hace olvidar que éste, en el sujeto femenino que accede a la función materna, no es menos causante de una división entre madre y mujer: el niño no sólo colma, también divide, y que divida es esencial.

Ya hemos dicho que es esencial que la madre desee más allá del hijo. Si el objeto niño no divide, entonces, o bien cae como un resto de la pareja de los genitores, o bien entra con la madre en una relación dual que lo “soborna” (juego de palabras, propuesto por Lacan, entre suborner, “sobornar”, y subordonner, “subordinar”) al fantasma materno. Se puede hacer, entonces, una distinción muy fácil: el niño, o colma o divide. Las consecuencias clínicas de esta distinción son patentes.

Lacan establece una división en la sintomatología infantil, según que esté relacionada con la pareja o se inscriba de manera prevalente en la relación dual madre-hijo. Hay dos grandes clases de síntomas, tal como los presenta Lacan: los que están verdaderamente relacionados con la pareja y los que, ante todo, están en la relación dual del niño y la madre.

En primer lugar, el síntoma del niño es más complejo si se debe a la pareja, si traduce la articulación sintomática de dicha pareja. Pero también, por el mismo motivo, es más sensible a la dialéctica que puede introducir la intervención del analista. Cuando el síntoma del niño proviene de la articulación de la pareja padre-madre, está ya plenamente articulado con la metáfora paterna, plenamente atrapado en una serie de sustituciones y, por consiguiente, las intervenciones del analista pueden alargar el circuito y hacer que esas sustituciones se desarrollen.

En el segundo caso, por el contrario, el síntoma del niño es mucho más simple si esencialmente se deriva del fantasma de la madre, pero entonces, además es un síntoma que bloquea, y en el límite se presenta como un real indiferente al esfuerzo por movilizarlo mediante lo simbólico, precisamente porque no existe la articulación presente en el caso anterior. Lacan toma como ejemplo el síntoma somático.

A veces, el nacimiento del niño produce un retorno de la angustia para el padre: “Así, ¿qué quiere? ¿Quién soy para ella?”. Un hombre no se convierte en padre sino a condición de consentir el no-todo que constituye la estructura del deseo femenino. La función viril sólo se realiza en la paternidad si ésta es consentimiento a que esa otra sea Otra, es decir, deseo fuera de sí.

La falsa paternidad, la paternidad patógena, es la que lleva al sujeto a identificarse con el Nombre del Padre como universal del padre, para tratar de convertirse en vector de un deseo anónimo, para encarnar lo absoluto y lo abstracto del orden. La función feliz de la paternidad es, por el contrario, realizar una mediación entre las exigencias abstractas del orden, el deseo anónimo del discurso universal, y, por otra parte, lo que se deriva para el niño de lo particular del deseo de la madre. Es lo que Lacan alguna vez llamó “humanizar el deseo”.

* Fragmentos del artículo “El niño, entre la mujer y la madre”, publicado en Virtualia. Revista Digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana. www.eol.o

LA QUEJA

Por si no lo sabe: es casi imposible que el otro cambie. Y no es porque no quiera, no le da. Sin embargo, con la queja apuntamos a eso, a reclamar lo imposible de lo que no existe. Es como pretender que una vaca voladora ponga un huevo. Ya sé, no hay vacas voladoras, pero si hubiera seguro que serían unas incapaces para poner huevos.

Después de quejarnos tanto tiempo por lo mismo, deberíamos admitir que la queja, por naturaleza, nunca será satisfecha. Pero no por eso vamos a perder la costumbre. Exigimos una compensación y la obtenemos: el inconfesable placer que nos da quejarnos.
No me refiero a la queja que detiene una injusticia, ni a la que evita el sometimiento. Hablo de la queja propia, nuestra queja histórica, la queja de la que nos quejamos siempre. Soy fulano de tal, vivo en el barrio de al lado y siempre me quejo de esto. Esa queja es un rasgo, un detalle de personalidad, mi reclamo particular. Es algo que está más relacionado conmigo que con quien sea del que me esté quejando. Esa queja me representa.

La pareja es uno de los santuarios de la queja. Es llamativo, pasan los años y el reclamo es más resistente y leal que el enamoramiento.
En algunos casos hasta pareciera que, ante los demás, es menos vergonzoso quejarse de quien tenemos al lado que mostrarnos complacidos por su compañía.

La queja insiste y tiene sus argumentos. No cambia porque es un cínico, lo único que le interesa es él mismo o no me da el gusto porque no quiere. Resulta inconcebible aceptar que el otro no se da cuenta o que simplemente no puede. Inconcebible no es el término. Que el otro no venga completo, que sea limitado, es insoportable.

El quejista profesional tiene una habilidad especial para encontrar el punto en que el otro falla, donde está en falta, donde no se dio cuenta. Tiene un sexto sentido para detectarlo y cuando lo hace, es tal su felicidad que siente la imperiosa necesidad de proclamar su descubrimiento y de buscar la ocasión para decirlo al menos una vez al día. A veces a los gritos.
Aunque varíen las escenas y ya sea en casa, en el trabajo, con los amigos, en el fondo el tema es siempre siempre el mismo: el amor que me das no es bastante. No te acordaste, no te importó, no te preocupa, no me reconocés. Lo que sea que pruebe que no ha sido suficiente. Y es cierto, el amor puede ser maravilloso pero nunca es suficiente, como tampoco eficiente y mucho menos infalible.

El cine nos acostumbró al final feliz. Lo que no se entiende es por qué la mayoría de los actores que hicieron películas con finales felices terminaron sus vidas con finales de terror. Debe ser que no estaban entrenados para que se enciendan las luces.

“La mujer de mi vida”
Revista de literatura, arte y psicoanálisis
www.lamujerdemivida.com.ar

Alguien distinto


Sociedad de consumo


Cultura de la imagen


¿Para salvar al planeta?

BBC Mundo / Ciencia

La música fue buena, lástima de las toneladas de gases contaminantes que se emitieron durante Live Earth, dicen los expertos.
Los organizadores prometieron que el evento para hacer conciencia sobre la problemática del cambio climático sería el más "verde" de la historia. Se vendió comida orgánica y alimentos provenientes del "Fairtrade", el sistema de comercio justo, todo servido en empaquetados biodegradables.
Pero estas medidas fueron minúsculas, comparadas con las emisiones de gases de efecto invernadero que se despidieron durante el evento global.
Se calcula que los 150 actos musicales presentados a una audiencia de 2.000 millones en todo el mundo, dejaron más huellas de carbono que las que emiten en un año 3.000 habitantes del Reino Unido.

Estilo de vida
Una huella de carbono es el impacto que las actividades humanas tienen en el medio ambiente.
Se calculan en términos de las emisiones de gases de efecto invernadero que producen y se miden en unidades de dióxido de carbono.
Según John Buckley, editor de la página de internet carbonfootprint.com, que se dedica a ayudar a las empresas a reducir sus emisiones contaminantes, este evento global generó al menos 31.500 toneladas de carbono.
Esto incluye el transporte de todos los artistas que se presentaron en los conciertos -muchos de los cuales utilizaron jets privados para llegar hasta allí- además del transporte de los espectadores y el consumo de energía que se utilizó en el evento monumental. "Utilizamos las medidas estándares que establece el gobierno británico" dijo John Buckley a la BBC.
"Con éstas se convierten las emisiones de cada kilómetro de viaje en un cierto tipo de vehículo, en kilogramos de dióxido de carbono" agrega.
Los críticos dicen que muchas de estas bandas proclaman por un lado la emergencia del cambio climático y por otro viven quemando toneladas de dióxido de carbono con sus múltiples viajes aéreos trasatlánticos.

Según los científicos uno de los mayores responsables de emisiones de gases contaminantes es la industria del transporte, principalmente la aviación.
Y si realmente queremos hacer algo por el planeta -dicen- una de las prioridades será reducir drásticamente nuestros vuelos en avión.
Es por eso -afirman los críticos- que es "hipócrita" que algunas celebridades viajen en avión alrededor del mundo en giras para promover el mensaje de la reducción de emisiones contaminantes.

"Seamos honestos -dijo a la BBC George Marshall, de la Red de Información del Clima- que algunas de las personas más ricas del mundo nos digan "Oye, necesitas reducir tu contaminación", es absurdo".
Modelos
Los organizadores, sin embargo, afirman que el objetivo es precisamente ése, crear conciencia entre el público para hacer algo.
"Esa es la magia de Live Earth -dijo a la BBC John Rego, director de medio ambiente de Live Earth- comprometer a la gente con la problemática del cambio climático y motivarla a hacer algo al respecto".
"Porque están escuchando a quienes realmente quieren escuchar, no a los políticos, ni periodistas, ni científicos, sino a sus ídolos y modelos a seguir", agrega.
Al parecer, uno de esos modelos a seguir es Madonna, quien cerró el cocncierto con su característico entusiasmo y cuyo estilo de vida ha sido muy vapuleado por los conservacionistas. Ya antes de anunciar que se presentaría en Live Earth era muy criticada por su forma de vida poco ecológica.
Sus críticos la acusan de tener una de las mayores huellas de carbono individuales del planeta.
Por ejemplo, dicen, regularmente viaja en jet privado para transportarse entre sus hogares de Estados Unidos e Inglaterra.
Según el periódico The Independent, el año pasado, la gira mundial de Madonna, "Confesiones", generó 440 toneladas de emisiones de dióxido de carbono. John Rego, afirma que "el propósito de Live Earth no es lo que unos u otros han hecho en el pasado, sino lo que vamos a hacer a partir de este día".
A juzgar por los miles de vasos y envoltorios de plástico que quedaron en el suelo del estadio de Wembley -a pesar de los pedidos de los organizadores para reciclarlos- todavía falta mucho por hacer.
http://news.bbc.co.uk/go/pr/fr/-/hi/spanish/science/newsid_6283000/6283918.stm


¿Sabías que?

¿Sabías que la fotografía más cara de la historia
es la imagen de un supermercado?

Una imagen vale más que mil palabras. “99 Cent II” vale más de dos millones de euros. La fotografía es del alemán Andreas Gursky, y después de venderse en una subasta de Sotheby’s, en Londres, se ha convertido en la más cara de la historia. Exactamente pagaron 2,54 millones de euros por una imagen que refleja las coloridas estanterías de un supermercado.

http://www.artelista.com/articulos/news445/sabias-que-la-fotografia-mas-cara-de-la-historia-es-de-un-supermercado-.html


Arte libre
Arte libre

Nuevos problemas en Orientación Vocacional






“Nada me gusta mucho...”

A diferencia de los jóvenes que, hace unos años, requerían orientación vocacional “por dudas o conflictos entre carreras”, hoy –según la autora de esta nota– suelen presentar “estados de apatía, resultado de una gran desconexión emocional”...

...Muchísimos jóvenes no logran avanzar en sus carreras porque sus conductas fóbicas y evitativas les impiden estudiar. A menudo consultan pensando que se equivocaron de carrera cuando lo que les pasa es que no logran sentarse a estudiar, no pueden concentrarse ni organizar un método de estudio medianamente eficaz, se angustian, se duermen, desarrollan técnicas evitativas para perder el tiempo, se distraen permanentemente...

http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-89017-2007-08-02.html

La ciudad de La Oroya es uno de los diez lugares más contaminados del planeta

El Instituto Blacksmith de EE.UU. le otorgó la sexta posición en esta deshonrosa mención

Nueva York (EFE).- La población peruana de La Oroya es uno de los diez lugares más contaminados del planeta, según un informe del Instituto Blacksmith estadounidense, que también señaló a ciudades de Rusia, Ucrania, Azerbaiyán, China, India y Zambia.
Esa ciudad minera de la región andina de Perú se ubica en el sexto lugar con peores condiciones medioambientales de la Tierra, según se desprende del informe que el instituto, con sede en Nueva York, hizo público sobre los lugares con mayor nivel de contaminación.
Para el informe Instituto Blacksmith contó con la ayuda de expertos de la Universidad de Harvard y del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, entre otras instituciones.
Con 35.000 habitantes, el área de La Oroya sufre, desde 1922, las consecuencias de una planta minera cercana, que en la actualidad es propiedad del grupo norteamericano Doe Run Corporation y que es, según el instituto, la responsable de los altos niveles de plomo, superiores a lo aceptable, que se encuentran en el 99% de los niños de la zona.

http://www.blacksmithinstitute.org/ten.php

EL ESTUDIOSO DE LA FELICIDAD

JORGE YAMAMOTO. INVESTIGADOR DE LA PUCP HA DISEÑADO, JUNTO A SU EQUIPO DE TRABAJO, UN MODELO PARA EVALUAR, MEDIR Y CUANTIFICAR LA FELICIDAD QUE YA SE APLICA EN OTRAS PARTES DEL MUNDO

¿Somos felices los peruanos?
Mucho más felices que los estadounidenses, los ingleses o los japoneses. Hay un dicho peruano que podría reflejar esto: "No se gana, pero se goza". En esos países hay una enorme motivación económica y se desarrolla una gran competencia e individualismo que, finalmente, va en contra de la amistad, la diversión, el tiempo libre, la familia y otros elementos humanistas. Lo que se ha comprobado en diferentes estudios --y en el Perú también-- es que las fuentes para el bienestar subjetivo son las que están arraigadas en la naturaleza humana, como tener una familia o un buen lugar para vivir.

¿"No se gana, pero se goza" no es también una justificación para la mediocridad?
La mediocridad tiene una connotación cultural. En las culturas colectivistas como la amazónica o la andina tradicional no se trata de tener más que el otro, sino de progresar individualmente, pero en armonía con la comunidad. Por eso en estas comunidades hay poco desarrollo económico, pero un desarrollo humano muy grande. En las comunidades amazónicas pequeñas y tradicionales el peor insulto es ser 'mishico', es decir, ser mezquino, no compartir.

¿Y si hay tanta felicidad, por qué la gente sigue migrando a la capital?
Porque, de alguna manera, existe una suerte de sueño moderno que se ha vendido en estas pequeñas comunidades tradicionales. En vez de que reconozcamos las diferencias y ver que cada cultura tiene cosas buenas y malas, se ha vendido la idea de que lo campesino es lo subdesarrollado y, por el contrario, lo urbano y lo moderno son lo perfecto, lo mejor y lo deseable. Cuando en la práctica la investigación indica que esto no es así.

¿Estas investigaciones podrían conducir a la creación de, por ejemplo, una pastilla de la felicidad?
Teóricamente, es posible, pero la tendencia no va por ahí. Nuestros estudios indican que uno de los problemas de la felicidad del autodenominado Primer Mundo es estar empecinados en la búsqueda del placer y de la felicidad. Eso los está llevando a aumentar sus índices de depresión e infelicidad. Si tenemos afectos positivos muy intensos, hay una sobrecarga del sistema nervioso y eso va a llevar a que, automáticamente, busquemos una emoción opuesta para que el sistema nervioso se equilibre. Si al cerebro le damos, de manera intensa, situaciones para que nos sintamos muy felices, este nos va a pasar la factura y nos puede llevar a períodos de depresión sin aparente causa. O, en una siguiente oportunidad, aquellos elementos que antes nos daban placer ya no resulten suficientes y se busquen más. Es una situación semejante a la farmacodependencia, pero en vez de drogas es la búsqueda frenética de la felicidad. En contraste, en las pequeñas comunidades tradicionales andinas, la vida permanece muy rutinaria, pero tienen unas cuatro ocasiones de placer muy intenso que son las fiestas patronales. Ahí se da una regulación más moderada (de estímulos positivos) y la gente vive de una manera más feliz.

¿Pero una buena situación económica no influye en la sensación de felicidad de una persona?
Hay un nivel mínimo sin el cual las personas no pueden ser felices. Es el caso de Etiopía: ahí hay buenas redes sociales, pero la gente se está muriendo de hambre. Es totalmente distinto a los Andes o la Amazonía peruana porque, como son sociedades agrícolas, ahí nadie se muere de hambre. En el otro extremo, está comprobado que más bien el exceso de recursos económicos hace que la gente entre en trompo y, dicho de manera coloquial, no sepa qué hacer con su plata y entre en un espiral de infelicidad. La felicidad no está en función de cuántos recursos tengan, sino de la relación entre los recursos existentes y las metas que se proponen.

¿Por qué los japoneses, estadounidenses e ingleses están tan tristes?
Creo que sufren de sobredesarrollo y han alcanzado un nivel exagerado de satisfacción de necesidades. Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía, propuso el concepto de la faja hedónica: cuando hay una secuencia de meta alta y satisfacción, otra meta y otra satisfacción, se llega a una faja sin fin en donde no hay cuándo detenerse y esto crea infelicidad. Así, la gente está pensando cuál es el último modelo de Ipod o se compran ropa y si tiene un defecto, para ellos es una crisis existencial y fuente de infelicidad.

SEPA MÁS
Jorge Yamamoto ha participado como investigador en un estudio sobre la felicidad en Etiopía, Bangladesh, Tailandia y Perú.
La investigación de la felicidad hoy en día no se basa solo en encuestas, sino también se hacen tomografías y encefalogramas que detectan los cambios en la actividad cerebral ante ciertas situaciones.

http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2007-10-14/ecen141007f4.html

"Alcancé un punto en que era más feliz loco que cuerdo"






John Forbes Nash, inspiró "Una mente brillante"; Nobel de Economía; fue esquizofrénico.

LLUÍS AMIGUET - 03/12/2007
Tengo 79 años. Nací en West Virginia. Tengo dos hijos: estuve casado, dejé de estarlo y ahora vuelvo a estarlo: las estadísticas demuestran que es mejor estarlo. Sería penoso explicar toda mi evolución religiosa. Votar es fácil y poco. Colaboro con la Universitat Pompeu Fabra.
¿Por qué le dieron el premio Nobel de Economía?
Descubrí una forma de equilibrio - hoy llamado de Nash- en la teoría de juegos: un punto en el que ninguno de los jugadores puede mejorar su situación. Hoy este concepto se aplica de forma interdisciplinar.
¿Hizo este descubrimiento pese a su enfermedad mental?
Tengo un historial, sí, de desorden mental temporal que se manifestaba de diversas formas. Hoy tenemos medicinas, que entonces no existían, que tratan los síntomas y permiten seguir con lo que se considera una vida normal, pero tienen efectos indeseables.
¿Cuáles?
Para restituirte a la normalidad reducen tu actividad neuronal y tus funciones cognitivas. Te devuelven la normalidad, sí, pero a costa de tu personal capacidad de raciocinio.
¿Y hoy usted lo ejerce íntegro?
Yo puedo trabajar, pero mi hijo, que también sufre ese trastorno, toma esa medicación que no le permite dedicarse a nada en concreto, pero puede observar una conducta normal.
¿Cómo se le manifestó ese trastorno?
Tuve que ser internado en un hospital tras varios episodios de disfunción social y al final mejoré, pero no pude evitar un poso de infelicidad en mi ánimo y en mi conducta.
¿A qué se refiere?
Era infeliz al recuperarme porque la normalidad no me hacía feliz. La locura empieza cuando descubres una segunda realidad en tu mente y a veces la eliges, porque te hace más feliz que la normalidad. Así alcancé un punto en que yo era más feliz loco que cuerdo.
¿Pero era capaz de distinguir entre la realidad y su ilusión?
Llega un momento en que se te hace difícil distinguirlas y vas eligiendo cada vez más la ilusoria. Así te conviertes en disfuncional.
¿Disfuncional en qué sentido?
Es natural que un ser humano deba actuar con el resto del grupo: trabajar, observar las normas, comportarse como todos...
Hay excepciones.Correcto. Supongamos que yo no trabajo ni soy rico y digo que oigo voces, tengo visiones y las dibujo o escribo: ¿usted qué pensará?
Tal vez sugiera que podrían internarle.
Supongamos que le digo que soy monje de clausura. Usted aceptará que una monja o un monje en su convento puede no trabajar, tener visiones y explicarlas y, sin embargo, ese monje no será considerado anormal por ello.
Seguramente.
La sociedad los acepta porque aparte de ellos hay otros muchos y suficientes hombres y mujeres comportándose de forma normal.
La mayoría tiene sentido común.
Falso. El sentido común no es el mayoritario: por ejemplo, en España y en Occidente el cristianismo es la religión mayoritaria...
Sigue siéndolo, sí
.... Sin embargo, el cristianismo exige a sus fieles fe ciega en dogmas que en ningún caso podrían ser considerados de sentido común.
La trinidad o la virginidad de María.
Hoy he visto la obra de Gaudí: magnífica.
Sin duda.
Aunque no conozco su vida, estoy seguro de que fue considerado un anormal, un loco.
Creo recordar que sí.
Van Gogh también tenía problemas para discernir la realidad de sus visiones. Lo que me pregunto es si la medicación que tenemos hoy hubiera sido capaz de devolver la normalidad a Van Gogh sin privarle de su talento
....
Y sin embargo, el progreso hubiera sido difícil sin las visiones de Van Gogh o el autismo de Newton. Newton también era considerado un tipo sospechoso: no se casó, era raro...
¿Cree usted que Newton necesitaba medicación?
Era Newton, pero no todos los enfermos son genios, desde luego. A menudo la diferencia entre un loco y un genio ha estado en la cantidad de dinero que ganaba. Van Gogh acabó suicidándose también por ser pobre, y hoy mi hijo cobra un subsidio federal que yo no cobré, porque no había. Ese subsidio es importante para evitar que se margine a un enfermo mental por no ser rico y no trabajar.
¿Qué le pareció el libro y la película sobre usted: Una mente prodigiosa?
El libro se hizo sin contar conmigo y, aunque la autora acumuló una notable cantidad de información, también acumuló una notable cantidad de errores.
¿Y la película con Russell Crowe?
Los autores fueron más cooperativos con nosotros. Firmamos un acuerdo con Universal Studios. Eso no quiere decir que esa película tenga mucho que ver con mi vida.Eso no pareció importarles demasiado...... A nadie excepto a mí. En realidad, tiene muy poco que ver con mi vida: ¿usted cree que me parezco a Russell Crowe? Pero es una película con valores estéticos y un buen mensaje proactivo para los enfermos mentales.
¿En qué trabaja ahora?
Cuestiono el concepto keynesiano de inflación. También me interesa la teoría de las cuerdas de la física teórica y sus derivaciones en la antropología y las ciencias sociales.
Adelante: cuéntenos.
Tal vez el universo no sea indiferente a nuestra existencia: tenemos un instinto descubridor manifiesto en la colonización de América que nos llevará fuera del planeta antes de que se colapse.

Volvió del frío "Es un genio": fueron las tres palabras con que le recomendaron para Princeton. Su hermana añadió al saberlo: "Es muy raro". A los 21 años, enunció la tesis de equilibrio que desbancó a Adam Smith y fundó la economía moderna. Participó como científico militar hasta el delirio - literal- en la guerra fría que su esquizofrenia paranoica simboliza a la perfección: acabó creyéndose perseguido por conspiradores comunistas. Internado tras una crisis psicótica, pasó 30 años ido, vagando por el campus de Princeton, donde le apodaron el fantasma,Logró recobrar la cordura de forma milagrosa y suficiente para recoger el premio Nobel en el 94. Es el ser más inquietante que he conocido.
La Vanguardia: http://www.lavanguardia.es/Enviada por Alejandra Glaze

¡ES DIFÍCIL NO ESTAR DEPRIMIDO!

Eric Laurent es el delegado general de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y un referente mundial en la materia. Una eminencia sin pelos en la lengua.

Un hombre preciso, con palabras de rigor científico, pero también con una afable disposición a responder (en perfecto castellano) todo tipo de preguntas.

—¿Usted cree, doctor, que, en líneas generales, vivimos en una sociedad marcada por una fuerte depresión?

—Lo que me llama la atención es que se intente convencer a esta sociedad de que las cosas son así. ¡La depresión esboza un manejo muy amplio de las depresiones y resulta entonces difícil no estar deprimido! A tal punto, que se suscitan grandes debates dentro de la clínica psiquiátrica por saber (partiendo del momento en que una dolencia golpea a un 25% de la población) si esto obliga a replantear la noción de enfermedad. Puede pensarse que, a lo largo de una vida, se nos dan prácticamente todas las oportunidades para tener un episodio depresivo. Pero de todas maneras, esto replantea, como decía, el justificativo de un tratamiento como si se tratara de una enfermedad. Y ello abarca desde un hombre víctima de estados de tristeza bastante comunes, hasta un paciente preocupante, como puede ser el melancólico grave que es, sin duda, víctima de una enfermedad. Digamos que hay una creencia muy difundida por la cual la población se encuentra hoy frente a una nueva angustia, que es preguntarse: "¿Voy a deprimirme? ¿Acaso hay algo que me lo impida?".

—La verdad es que ésa es una fea pregunta...

—... que podría completarse con otra: "¿Qué voy a hacer cuando esto ocurra?". Al mismo tiempo, le diría que hoy (y esto es una buena noticia) hay medicamentos que permiten remediar esa depresión.

—A propósito de medicamentos, ¿es cierto que actualmente, en Europa, se receta Prozac a menores de 18 años?

—Bueno, en Europa todo es complicado. Todo está reglamentado. El problema de los antidepresivos para adolescentes empezó en los Estados Unidos, donde tienen tendencia a medicar en forma muy amplia. Por ejemplo, la prohibición (que se mantuvo durante mucho tiempo) sobre medicar a los niños no ha sido barrera suficiente. En primer término, los americanos medicaron a adolescentes en forma masiva, por problemas de suicidio. El efecto de liberarse del peso de la depresión, de una triste inmovilidad, puede implicar el riesgo de una reacción opuesta. De allí la importancia de prestar atención al hecho de que no bastaba con recetar antidepresivos a los adolescentes para que volvieran a la normalidad. Era necesario ocuparse de ellos, sobre todo en los comienzos del tratamiento. Había que acompañar la medicación con psicoterapia. Las preguntas se plantearon, entonces, en muchos países: ¿hay que recetar? ¿Cuánto tiempo, y cómo? Hubo resultados contradictorios, y en los Estados Unidos surgieron las primeras advertencias. Por ejemplo, colocando en la cajita de los envases el anuncio de que ese medicamento podía ser peligroso. Se llega así a una impasse en la que tenemos la medicación milagrosa para la depresión, pero, al mismo tiempo, estamos obligados a advertir que es un medicamento peligroso. Aparece entonces la sociedad técnica, que apunta a decirnos: "Bueno, de ahora en más, considérese una máquina. Si está triste, es porque su nivel de serotonina no es lo suficientemente alto. Si lo corrige, se mejorará". ¡Es considerar el cuerpo como si fuera un automóvil! ¡Cuando algo no anda bien, busquemos piezas de repuesto! ¡Fíjese usted! ¡Todos los adelantos de la biología permitiendo asegurar que la causa de nuestra tristeza existencial depende de la serotonina! ¡Y otro día será la dopamina!...

—Indudablemente, la mirada hacia el cuerpo humano ha variado mucho. ¡Pensemos en lo que significaba un siglo atrás!

—Por supuesto. Hace un siglo, por el contrario, se ponía el acento en el "vitalismo". Es decir, la vida. Había todo un discurso, sin embargo, absolutamente compatible con las grandes carnicerías europeas que resultaron de las dos guerras mundiales, en las que hubo muchas matanzas. Es decir que esa mirada hacia el cuerpo estuvo marcada por una diferencia. No se lo consideró una máquina, sino un sujeto pasible de ser destruido. Llegamos así a la Shoá, al Holocausto que en Europa golpeó terriblemente, y que ha dejado una huella aún más estremecedora que la carnicería (y repito el término) de la Gran Guerra de 1914, en la que varias generaciones perdieron la vida.

—Terrible guerra de trincheras...

—Los jóvenes fueron enviados a la muerte y eso tuvo, sin duda, efectos depresivos sobre la generación siguiente, que intentó recuperar un poco de vitalidad a través de lo que significaron ciertos movimientos como el surrealismo, el arte moderno... Los años 20 fueron un intento de recuperar un poco de vitalidad después de esas matanzas. Entonces el cuerpo, ya no "carne de cañón" sino cuerpo-máquina, nos permite soñar desde un punto de vista técnico acerca de la vida y el mundo.

—Convengamos en que el concepto de cuerpo-máquina es más bien triste. ¿Usted piensa que, por ejemplo, la droga puede ser una consecuencia de este enfoque?

—Si usted lo prefiere, la droga podría ser una especie de ironía terrible de lo que ya había intuido Karl Marx. El decía que a medida que el capitalismo invade todos los aspectos de la vida... Bueno, Marx vio esto con anticipación, cuando la famosa Exposición Universal de 1850 en el Cristal Palace, donde se exhibieron todos los objetos de la industria (incluso el cine, invento de los hermanos Lumière), y señaló allí el inicio del fetichismo de los objetos de mercado. Ciento cincuenta años más tarde, nuestra civilización (y hablo en plural, puesto que al caer el Muro de Berlín estamos incluidos en una misma civilización) se caracteriza por la pasión hacia el objeto. Esto destruye las tradiciones, una manera de vivir, todo aquello que luego culmina con el traslado de personas, increíbles migraciones forzosas que hacen que la gente se pregunte: "¿Cómo voy a vivir?". Frente a esta angustia, aparece un impulso de vida que desea recuperar ciertas cosas y se manifiesta como consecuencia de estos traslados forzosos. Todo se devora, y la droga entra por todos lados.

—En Argentina tenemos una grave situación de miseria, con una brecha entre la gente que trabaja y gana un salario, y aquellos que carecen de lo más elemental. No es el mismo cuadro que usted mencionaba, pero, entre nosotros, también la droga entra como una forma de olvido frente a esta situación desesperada.

—Es un problema muy complicado. ¡Recuerde que los ricos son los principales consumidores de droga! Olvidar la miseria... Bueno, América latina abastece, a través de países como Colombia, a los Estados Unidos, que es una nación de consumo. Como le decía, los ricos fueron los primeros en consumir droga. Luego, a medida que se amplía la producción de droga, se produce un sobrante que consumen los pobres, que tratan de vivir con lo que les queda por vender. Es cierto que los pobres también se prostituyen, entran en la delincuencia y comercian droga, pero... el olvido –Laurent se detiene, pensativo–... la droga golpea a los sectores muy ricos. Por ejemplo, la penetración de la cocaína como droga de performance se da solamente en las capas más altas de la sociedad.

—¿Puede decirse, doctor, que la droga es una forma de hedonismo

—La droga es una forma de morir. Y de morir en pleno éxtasis. Por lo tanto, es un total hedonismo. Pero la droga revela, también, algo muy profundo, y es que se intenta hacernos creer que se puede construir una sociedad en base al hedonismo. Lo cual no es cierto. Una sociedad debe tener (y sin ello no puede sobrevivir) otras cosas que no sean el placer por principio. Freud vio en 1920 que el placer (como principio) abre la puerta a un más allá permanente. Es decir, un más allá en el que se busca sólo nuestro placer, y ¿qué encontramos entonces? Encontramos algo que Jacques Lacan tomó del vocablo francés clásico, "el goce". Y el goce tiene la característica de ser cercano al placer, pero de ir más allá que él. Se empieza por tomar un poco de cocaína "por placer", luego para "levantarse" un poquito, ¡y finalmente, es imposible parar! Es impresionante lo que revela la droga: ¡somos una sociedad globalmente adictiva! La adicción, el éxito... Es por eso que en el trabajo, por ejemplo, uno se hace adicto, por varias razones: para progresar, porque es un beneficio para toda la familia, porque uno tiene ideas brillantes, etc. Entonces nos convertimos en un workaholic (adicto al trabajo). ¡Trabajamos cada vez más y, si uno es japonés, acaba por morir en el trabajo! En una palabra, todo se vuelve una adicción y el cuerpo-máquina (del que se intenta decirnos que es una "gran promesa" y que cuando se gasten las piezas originales nos pondrán los repuestos) no va a funcionar nunca como una máquina. ¡De ninguna manera! Lo que ese cuerpo quiere es gozar y gozar cada vez más. Y lo que hay que saber es en qué punto es preciso detenerse. Estamos en una civilización que ha perdido la fórmula para saber en qué momento hay que parar. Hemos entrado en una carrera loca y adictiva. Como dicen los norteamericanos, estamos, en efecto, en una guerra contra la droga, pero que también es una guerra contra muchas otras cosas.

—¿Por ejemplo?

—Mire, algo se ha perdido. Y precisamente la función del psicoanálisis, desde que Freud lo creó, es recordarnos que el placer lleva a un más allá. Es necesario encontrar las reglamentaciones adecuadas, lo cual no significa una prohibición. La prohibición implica reglamentación, ¡pero ya nadie cree demasiado en eso, porque ya no hay muchas prohibiciones posibles! Esto es algo todavía más complicado. La prohibición en sí misma puede conducir a una sociedad loca por prohibir, como lo fue durante la época victoriana, a finales del siglo XIX. El término medio está en no caer en la locura de la prohibición, ni en el error de la permisividad convertida en una forma de locura en sí misma.

—La complicación aparece, doctor, también en los resultados catastróficos de la sociedad por prohibir...

—Yo considero que la sociedad victoriana nos condujo hacia la Primera Guerra Mundial. Esa carnicería liberó los más bajos instintos reprimidos por una así llamada también "moral victoriana". Incluso, en aquellos años, se advirtió que existía una relación entre esos códigos estrictos y el desencadenamiento mortífero del que le hablo. Creo que hoy debemos ayudar a los que están apresados en un problema que nos atañe a todos. Hay que encontrar los medios para regular una convivencia que permita relaciones humanas. Ciertamente, no será entonces con las ideologías del cuerpo-máquina que podremos librarnos de los problemas que acarrea la droga bajo todas sus formas.

—Usted mencionaba recién a Jacques Lacan. Fue su analista, ¿no es cierto? Una experiencia muy importante...

—Efectivamente, fue interesantísimo para mí. Inolvidable. Yo era un muchacho y me apasionaban los problemas intelectuales. Esto ocurrió en 1967, un año antes del Mayo Francés. Yo seguía las clases de Althusser, que hablaba de reinventar el psicoanálisis, a través de Lacan, usando un lenguaje contemporáneo y moderno que permitiera comprender el punto en el que nos encontrábamos. Yo no me atrevía a llegar hasta Lacan. Pero finalmente lo hice, y él accedió a analizarme. Y esto se prolongó hasta su muerte, en 1981. Por supuesto que, en los últimos años, yo lo consultaba también sobre temas generales, pero, en efecto, la experiencia de ese análisis fue algo apasionante, porque implicaba simultáneamente el conocimiento de uno mismo y entender al mundo. Por otra parte, es así como debe ser enfocado el psicoanálisis.

—A propósito de vínculos, doctor ¿cómo ve usted, en la actualidad, las relaciones padre-hijo? Los hijos ya no admiran a sus padres. Me parece que ese concepto se ha perdido o, en todo caso, se ha modificado notablemente.

—Yo diría que la relación hijo-padre es de las más misteriosas, y sobre ella se ha deseado establecer ciertas tradiciones. Los padres despreciados... Mire, hay tradiciones y costumbres que han evitado eso. La cultura china, la cultura japonesa que han entrado en la modernidad... También la tradición judía... Allí se respeta a los padres con improntas aún mayores que en la tradición católica. Fíjese que, en la tradición católica, el padre siempre es sospechado (si es que puedo emplear esta palabra) de ser un padre adoptivo. Todo padre es un poco José (el padre de Jesús y esposo de María). En la historia de Cristo, tenemos las palabras: "Dejad que se acerquen a mí", refiriéndose a lo quitado de las familias para convertir a sus hijos en apóstoles. Las órdenes monásticas eran extraídas de las familias. Por lo tanto, en el catolicismo hay siempre algo más marcado que en otras tradiciones entre el padre y el nombre del padre.

—¿Esto ocurre también entre los protestantes?

—Los protestantes no tienen esta posición del catolicismo. Hay una concepción diferente de Dios.

—Pienso en las películas de Bergman, en las que aparecen siempre pastores terribles con sus hijos...

—Sí, es una relación terrible, que Bergman ha sabido transmitir. Incluso casi hasta el momento de su muerte, él necesitó de todo su arte y su talento para suavizar los hechos de su niñez. Esa imponente presencia de un "Dios malo" que tanto aparece en sus películas... Fíjese usted que son tradiciones que se mantienen aun dentro de la modernidad y que, a través de esta relación, también son parte de la ciencia. ¡Porque la ciencia toca a las madres cuando son ellas las que eligen qué padre quieren para su hijo! O si no, cuando desean, a través de la ciencia, que no haya ningún padre conocido. Y también a través de ficciones legales o de dispositivos cada vez más complicados que permiten, por la fecundación asistida, tener varios padres. Se toma el óvulo de una mujer, se lo implanta en el vientre de otra... Todo se complica, y ya nada aparece como seguro. En el pasado, podía decirse que la madre era una sola y el padre podía ser putativo. Bueno, hoy ya no es el caso. Por lo tanto, el vínculo padre-hijo se vuelve cada vez más una ficción legal, un vínculo más tenue.

—¿Cómo cree usted que esto afecta o complica a los jóvenes?

—Bueno, ¡no sólo a los jóvenes, sino también a los padres! Eso complica a todos, porque es muy difícil saber dónde ubicarse. Los padres creían saber y conocer el oficio de padres, y ahora ya no entienden demasiado qué actitud adoptar. Ya no pueden ser los padres terribles y autoritarios de antaño. Esa autoridad ya no corre. Por esto es imperioso encontrar la manera de ser padres, porque ese papel puede reducirse a un vínculo legal y, al mismo tiempo, fuera de la tradición. Sin embargo, no deja de existir. Hay allí un enigma que subsiste. ¡El solo vínculo genético y biológico no permite reducir el tema a cuál fue el deseo que hizo que yo llegara a este mundo! ¿Quién puede responder acerca del deseo que me trajo al mundo? ¿Por qué se tienen hijos? ¿Por qué lo quisiste tú, que dices que eres mi padre? ¿Y qué esperabas de mí? Frente a la queja de la juventud... ¿decir que desprecian a sus padres? Yo pensaría más bien que no pueden creer tan fácilmente como antaño en el rol de la paternidad. Fíjese usted: el padre ya no es el dueño de la situación. Es un esclavo que trabaja. Como el resto de la sociedad. Tiene que producir, cumplir con sus 60 horas laborales por semana. Y si lo despiden de ese trabajo, se encuentra sin nada. Hay padres admirables, pero han perdido la majestad. Hay algo trágico también en la juventud. Algo como: "Padre, ¿por qué me has abandonado?". Los jóvenes tienen que arreglárselas con su sexualidad, con la droga, con su propio cuerpo. ¿En qué pueden apoyarse? Es una pregunta muy angustiosa para un joven, y él nos está pidiendo que no lo abandonemos frente a todos estos interrogantes.

Por Magdalena Ruiz Guiñazu

Prozac en la infancia

La Vanguardia.es

ENTREVISTA A JUAN PUNDIK
Juan Pundik, presidente de la Plataforma Internacional contra la Medicalización de la Infancia

"Se ha aprobado la administración de Prozac en niños por cuestiones de mercado"

Juan Pundik denuncia que la Agencia Europea del Medicamento basa sus autorizaciones en investigaciones de los propios fabricantes del producto

Mònica Ramoneda 15/01/2008 Actualizada a las 02:15h
La Agencia Europea del Medicamento ( EMEA , en sus siglas en inglés) autorizó, en junio del 2006, la administración de Prozac en niños y adolescentes menores de 18 años. Desde entonces, la Plataforma Internacional contra la Medicalización de la Infancia, liderada por Juan Pundik, psicoanalista y presidente de Filium (Asociación para la Prevención del Maltrato del Niño), lucha para inhabilitar este dictamen. Consideran que las reacciones adversas que puede causar el medicamento en los menores son suficientemente graves como para cuestionar la validez científica de la autorización europea y denuncian que haya sido el mismo laboratorio que produce el Prozac quien haya hecho la investigación en la que se ha basado la EMEA para su dictamen.

Juan Pundik

Juan Pundik, psicoanalista con más de 40 años de experiencia, es fundador y director de la Escuela Española de Psicoterapia y Psicoanálisis (1976), fundador y presidente de FILIUM, Asociación para la Prevención del Maltrato al Niño (1977), y fundador y presidente del Comité Ejecutivo de la Comisión Nacional del Día del Niño. Es autor de varios libros, entre los que destacan " ¿Qué es el psicoanalisis?", "El niño hiperactivo" o "Prozac ¿si o no?", entre otros. Actualmente dirige la Plataforma Internacional contra la Medicalización de la Infancia.


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PALABRAS CLAVE

Agencia Europea, Parlamento Europeo, Comisión Europea, Consumidor

- ¿Por qué nace la Plataforma Internacional contra la Medicalización de la Infancia?
-En los últimos años se han publicado muchos estudios que nos avisan que el enorme aumento del uso de antidepresivos que incrementan los niveles de serotonina constituyen una amenaza para la salud y la vida del paciente. Hace ya meses la EMEA aprobó la utilización del Prozac en niños sin tener en cuenta estos estudios y basándose en la solicitud del propio fabricante, que ha visto en los menores un inmenso nuevo mercado a explorar. Y aquí es cuando nació la Plataforma, para denunciar esta aberración.

- ¿La Plataforma denuncia que se están administrando antidepresivos en niños por intereses económicos de la industria farmacéutica?
-Que se permita a los laboratorios ser jueces y partes en las autorizaciones de sus productos ya nos permite hacernos a la idea del peso que tiene la industria farmacéutica en todo eso. Y no digo nada nuevo si desvelo que, demasiado a menudo, al médico que receta tal medicamento se le invita a tal congreso o se le hace tal regalo... Hay miles de denuncias contra este tipo de corrupción.

- Entonces… ¿creemos demasiado ciegamente en los médicos?
-El problema es que vivimos en una sociedad que corre y corre y no puede parar nunca; la ansiedad, el estrés y la depresión crecen y crecen, y la gente quiere drogarse para enfrentarse a todo eso. Es lo más fácil. Y esto es cuestionable en todos los casos, tanto en adultos como en menores... la diferencia está en que el adulto decide medicarse pero el niño no tiene ese poder.

- ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de administrar medicamentos como el Prozac en niños?
-Los efectos secundarios del Prozac son muchos, ya lo indica el prospecto del propio fabricante. Actúa sobre la serotonina y hay que tener en cuenta que los niveles de serotonina en el organismo afectan a muchos funcionamientos, no sólo al neuronal… afectan a la frecuencia del latido cardiaco, regulan la secreción de hormonas por parte de la hipófisis, y en consecuencia afectan también al crecimiento, a los niveles de estrógenos y de testosterona… Nada se sabe realmente de los efectos adversos que puede provocar el Prozac … ¿estaremos creando gigantes?, ¿enanos? Nada se sabe y se administra alegremente.

"Descubrí que se podía patalear y pataleé"

- Su denuncia ha llegado hasta el Parlamento Europeo...
-Creé la Plataforma, reuní las firmas suficientes y presenté el alegato al presidente de la Comisión Europea. No recibí respuesta y reiteré el texto hasta cinco veces. Entonces me dijeron que la cuestión le había sido encomendada, no a los responsables de Salud Pública y Defensa del Consumidor sino, a la Unidad de Productos Farmacéuticos de la Dirección General de Empresa e Industria, lo cual me pareció el colmo de lo descarado. De todo esto di cuenta al entonces Presidente del Parlamento Europeo que dio curso oficial a mi queja y así fue cómo me citaron ante la Comisión.

- ¿Y qué respondió la Comisión Europea ante su alegato?
-Algunos de los europarlamentarios presentes cuestionaron la administración de antidepresivos en infancia y adolescencia, pero otros defendieron enconadamente las bondades del Prozac, la confianza en las investigaciones de los laboratorios, la responsabilidad de los médicos que debían administrarla...

-En conclusión...
-Yo volví a pedir la palabra y añadí que si bien la industria farmacéutica nos brindaba las sustancias que protegían nuestra salud, también habían sido los generadores de los monstruos producidos por la talidomida, de las muertes consecuencia de la administración del antiinflamatorio Vioxx, ahora prohibido, y de centenares de medicamentos cuya autorización es anualmente revocada debido a consecuencias que provocan en quienes los toman y que se descubren tardíamente. Aquí el Presidente me informó que me había excedido en el uso de mi palabra, que me agradecía mi presencia y que mantendría abierta la investigación y solicitaría información ampliatoria.

-En todo caso la lucha de la Plataforma continúa..
-Sí. Cuando empecé a patalear me di cuenta que existe el derecho al pataleo, así que pienso llegar hasta donde haga falta.

Ocultan que los antidepresivos no son tan eficaces

Por Benedict Carey De The New York Times
NUEVA YORK.- Los laboratorios fabricantes de antidepresivos, como el Prozac (fluoxetina), jamás publicaron los resultados de cerca de un tercio de los ensayos clínicos que hicieron para obtener la aprobación de esos medicamentos, por lo que engañaron así, deliberadamente, a médicos y consumidores sobre su verdadera efectividad. Así lo reveló un estudio publicado ayer en la revista The New England Journal of Medicine.
En los estudios clínicos publicados sobre antidepresivos, cerca del 60% de las personas que los tomaban reportó obtener un alivio significativo de la depresión, en comparación con alrededor del 40% de aquellas que tomaron píldoras de placebo. Pero si se incluyen los estudios clínicos menos positivos, no publicados, las ventajas se desvanecen: los antidepresivos son mejores que los placebos sólo por un modesto margen, concluyó el citado informe.
Estudios previos habían hallado una tendencia similar al reportar los resultados positivos en una amplia variedad de medicamentos, y muchos investigadores han cuestionado la supuesta efectividad de los antidepresivos. Pero este nuevo análisis, que revisó datos de 74 estudios clínicos con 12 drogas distintas, es el más profundo realizado hasta la fecha.
Y documenta una gran diferencia: mientras que el 94% de los estudios con resultados positivos llegó a ser publicado, sólo el 14% de aquellos que obtuvieron resultados decepcionantes o inciertos lo logró.

Los hallazgos seguramente avivarán el continuo debato sobre cómo la información de los estudios clínicos sobre drogas es reportada. En 2004, después de revelaciones de que hallazgos negativos de estudios clínicos con antidepresivos no eran publicados, un grupo de revistas líderes acordó dejar de publicar los ensayos clínicos que no fueran registrados en una base de datos pública.
Los grupos comerciales que representan a las principales farmacéuticas del mundo anunciaron que sus compañías miembros comenzarían a difundir más información sobre sus estudios más rápido, en su propia base de datos: http://www.clinicalstudyresults.org/ . Y el año pasado, el Congreso estadounidense dio curso a legislación que expande el tipo de ensayos clínicos y la profundidad de la información que debe ser reportada a http://www.clinicaltrials.gov/ , una base pública de datos operada por la Biblioteca Nacional de Medicina de ese país.
La página web de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), de los Estados Unidos, ofrece un acceso limitado a recientes revisiones de ensayos clínicos, pero los críticos dicen que es mur difícil de "navegar".
Prescribir con seguridad
"Este es un estudio muy importante por dos razones -dijo el doctor Jeffrey M. Drazen, editor en jefe de The New England Journal of Medicine -. La primera es que cuando uno prescribe una droga, uno quiere estar seguro de que cuenta con la mejor información posible; uno no lo haría si sólo conociera un tercio de la verdad sobre un medicamento."
La segunda, continuó el doctor Drazen, es que "debemos ser respetuosos con las personas que participan de un estudio clínico".
"Ellos asumen algún riesgo al ingresar en el estudio, ¿y luego la compañía farmacéutica esconde la información?", se preguntó. "Este tipo de cosas hace que tomemos con pasión este asunto."

Alan Goldhammer, vicepresidente de asuntos regulatorios de Pharmaceutical Research and Manufacturers of America, que agrupa a las farmacéuticas estadounidenses, dijo que el nuevo estudio no menciona que la industria y el gobierno ya han dado pasos para que la información de los estudios clínicos sea más trasparente.
"Todo esto se basa en información previa a 2004, y desde entonces hemos acabado con el mito de que las compañías tienen algo que esconder", dijo Goldhammer.
En el estudio, un grupo de investigadores identificó todos los estudios clínicos sobre antidepresivos enviados a la FDA entre 1987 y 2004. Los estudios involucraron a 12.564 pacientes para el testeo de drogas como el Prozac (fluoxetina), de Eli Lilly; Zoloft (sertralina), de Pfizer, y Effexor (venlafaxina), de Wyeth.
Los investigadores obtuvieron datos no publicados de las drogas aprobadas más recientemente a través de la página web de la FDA. Para drogas más viejas, rastrearon copias en papel de estudios no publicados a través de sus colegas o valiéndose de la ley de libertad de la información. Luego contrastaron todos los estudios con bases de datos de estudios publicados, y también escribieron a las farmacéuticas preguntando si determinado estudio había sido publicado.
Hallaron que 37 de 38 estudios que la FDA consideró positivos fueron publicados en revistas médicas. Esa agencia consideró otros 36 estudios como negativos o no convincentes, y de ésos sólo 14 fueron publicados.
Pero 11 de esos 14 artículos publicados "comunicaban resultados positivos" que no coinciden con la revisión de la FDA, dijo el autor principal del estudio, el doctor Erick H. Turner, psiquiatra y ex revisor de la FDA.
Turner dijo que el reporte selectivo de los estudios favorables predispone a decepcionar a los pacientes. "La conclusión es que las personas que estén considerando tomar un antidepresivo deberían ser más prudentes al tomarlos -dijo-, y no asombrarse si no funcionan la primera vez, y no pensar que algo está mal en ellos."

En cuanto a los médicos, concluyó, "terminan preguntándose "cómo puede ser que estas drogas funcionen tan bien en los estudios, pero yo no esté obteniendo esa respuesta"."
250 Millones de pesos al año genera en la Argentina la venta de medicamentos antidepresivos.
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