PSICOLOGIA › A PARTIR DE LOS ASESINATOS ESCOLARES EN ESTADOS UNIDOS
Por Alejandra Glaze.
La autora vincula los asesinatos cometidos por escolares con “la civilización que, de la mano de la ciencia, deja al sujeto frente al desamparo capitalista, en la época de la inexistencia del Otro que sumerge al sujeto en el desengaño y la errancia”.
A continuación algunos extractos:
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El caso de asesinatos escolares más paradigmático, y del que más información se puede encontrar, es el de Dylan Klebold y Eric Harris, quienes entraron en la Columbine High School, estado de Colorado, el 20 de abril de 1999 (día del nacimiento de Hitler), abriendo fuego contra el estudiantado, a las 11.10 de la mañana; asesinaron a 12 alumnos y un profesor e hirieron a 24 personas, para finalmente suicidarse en la biblioteca. En enero de 1998 habían sido detenidos, derivados a psiquiatras y remitidos al programa juvenil de “Diversión” (sic) de la oficina del distrito del Condado de Jefferson, por robar material informático y estrellar un auto, motivo por el cual debieron pagar multas y tomar clases para el “control de la ira” (lo que lo llevó a Harris a escribir en su diario: “Amo mi ira”). Salieron del programa en febrero de 1999, y en abril del mismo año llevaron adelante la matanza de Columbine. Tras ser diagnosticado con un desorden obsesivo compulsivo y depresión, Harris fue medicado con Luvox.
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El 16 de abril de 2007, ocurrió la llamada “masacre de Virginia Tech”. Murieron 33 personas y 29 resultaron heridas. Se trataba de Cho Seung-Hui, de 23 años, un estudiante surcoreano de literatura inglesa, que finalmente se suicidó. Durante las dos horas entre un tiroteo y otro, el asesino envió una encomienda postal a NBC Noticias, donde iba un manifiesto, fotos y videos expresando su odio y resentimiento hacia la sociedad en general, y allí decía: “No tenía que hacer esto. Pude haberme ido. Pude haber desaparecido. Pero no, no escaparé más. No es propio de mí. Por mis niños, por mis hermanos y hermanas que ustedes jodieron, lo hice por ellos... Cuando llegó el momento, lo hice. Tuve que hacerlo”. Hablando directamente a la cámara, dice: “Tuvieron 100 billones de oportunidades y formas para evitar (lo de) hoy. Pero decidieron derramar mi sangre”. Este joven también estaba medicado con Prozac desde hacía un tiempo.
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Tanto Harris como Klebold describieron el “no caber dentro”, y “no ser aceptados”, pero esto iba en sincronía con lo que llaman la “timidez” y sus ideas de superioridad. Se armaron contra todas las personas que encontraron ofensivas (los atletas, las muchachas que dijeron no, otros marginados o cualquiera que pensaban que no los aceptaba). En una de las cintas grabadas, se reían acerca de lo fácil que era hacer que la otra gente crea lo que ellos querían. Hablaban de cuán “desarrollados” eran, de cómo se consideraban “sobrehumanos”, sobre la rabia y la cólera que había aumentado por años y que destruiría el mundo. A tono con la política americana, mencionan con indiferencia que algunos de sus amigos podrían morir y que sus familias quedarían devastadas, pero lo justificaban diciendo: “La guerra es la guerra”.
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