Sobre fotografía y photoshop



EL MISTERIO DEL PEZÓN
DESAPARECIDO

A las balas no hay que tenerles miedo,
hay que tener miedo a la velocidad con la que llegan.
Proverbio popular mexicano

Tras el reinado en el firmamento hollywoodiense de estrellas como las divinas Nicole
Kidman o Uma Thurman, otras jóvenes actrices se aprestaban a tomar el relevo.
De la nueva cosecha sobresaldrían Scarlett Johansson y Keira Knightley. Ambas
fueron elegidas en 2006 para posar desnudas, junto al diseñador Tom Ford, ante la
cámara de Annie Leibovitz para la revista Vanity Fair. Las dos actrices ocupaban la
portada desplegable, anualmente dedicada a la meca del cine por esa infl uyente
publicación, y que es descifrada como una consagración ofi ciosa. Dotada de formas
sinuosas y generosos pectorales, a Scarlett le adjudicaban los típicos papeles de
rubia ingenua pero de sexualidad explosiva. En cambio Keira, con su fi gura elástica
y cuerpo deportivo, encarnaría la musa de los adolescentes ávidos de poner rostro
a un nuevo modelo de heroína. Ambas eran mujeres adorables y complementarias,
a las que se podía amar en alternancia: soñarse arropado en los cálidos pliegos de
una en invierno y gozar de la lozana frescura de la otra en verano. Aunque poco a
poco la delgadez de Keira y la ausencia de curvas, que tanto convenían a la hora de
interpretar a una intrépida aventurera en la saga de Piratas del Caribe, empezó a
convertirse en un inconveniente cuando protagonizaba películas destinadas a un
público adulto o cuando la prestigiosa fi rma de perfumería Chanel la eligió para su
imagen de marca sustituyendo a Kate Moss. Keira debía echar mano entonces de
una silueta más sensual y “femenina”...
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